Le pido perdón
Le pido perdón
Hay que pedir al Bureau abrir en nuestro sitio internet el registro de demandas de perdón. ¿Quién no ha pecado y al mismo tiempo dañado a su prójimo? Al ver por otro lado el estado en el cual éste se haya, eso debió ser un gran pecado. Ustedes objetarán que ahora ya no se trata de una falta moral sino psíquica y que el daño depende del ámbito civil y no ético. La pena debe así estar a su medida y condena a la exclusión, a la muerte social y ya no a un banal tormento interior del cual, además, se llega a hacer una fuente de goce, la atracción de la culpa. Ustedes observarán así que su obligatoria demanda de perdón no será satisfacer sino será juzgada equivalente a una confesión, anunciadora de la guillotina.
Es así que se anuncia una sociedad al fin purificada, en este caso, limpia del sexo que nos ha hecho tanto mal, mejor, el cual es el mal mismo. Los objetores, los habrá todavía, dirán que es propio de las sociedades totalitarias someter la regla moral a la ley de la Ciudad. Pero el éxito de ésta, ¿no sería establecer una igualdad al fin perfecta remplazando por gabinetes totalmente neutros a aquellos que siguen poniendo, una al lado de la otra, la división hombre-mujer?
Espero que estas especulaciones no me valdrán ser desprestigiado por una “feminista” alzada en mi lugar sobre la silla de mi caballo, aunque -observen- es una situación que siempre ha encontrado algún favor, de tal manera que uno se preguntaría si la purificación en curso no dependería de la tradicional guerra de los sexos.
No puedo correr el riesgo de responder, pero les pido perdón si los he aburrido.
Ch. Melman
2021 10 08
Traducción al español: Iris Sánchez