No existe
No existe
Con Lacan eso nunca es fortuito. Si él relata que es de paso en una aldea que los hebreos al acostarse con las mujeres del lugar realizan una “relación-sexual”, él subraya sin decirlo que eso no se produce con la doña que Dios les había previsto, sino con las desconocidas que ahí había, apropiadas para encarnar a una mujer. Díganme la diferencia. No es poca cosa si se considera que la primera está prescrita con fecha, es decir, enviada del Señor para, por medio de la procreación, perpetuar Su gloria, en otras palabras, para ser fálica, mientras que la otra, de casualidad, llega a responder al deseo singular (no aquel del Otro) dándole figura humana al objeto a.
Si “La mujer no existe” se debe por supuesto a razones lógicas: no hay Uno en el Otro, hay solamente la letra. Salvo que, sin embargo, por el hecho de que la caída del objeto crea un real y se vuelve aquello que da sentido a los elementos de la cadena sonora, esos mismos elementos ahora recortados en unidades significantes, de cierta manera es retroactivamente que el real será denominado Uno mediante una recolección literal -si se quiere impronunciable- generador potencial de ejemplares imaginarios de la hembra propuesta a título de “mujer”.
Buscan a una mujer, encuentran aquella que ya está engordada de las maternidades por venir, al servicio de un Otro, cuyo servicio ella les invita a compartir, ¡por supuesto! Ustedes son prometidas para la maternidad, pero querrán ser su mujer, es decir, reconocida al fin como Una, mientras que el deseo del partenaire se desvía hacia un allende, hacia otras.
En un cruel libro que le escribieron sobre su padre, Sybille relata de qué manera, alegre, ella está en la ventana esperando a aquel que se había divorciado, cuando poco antes de su ex-domicilio ella lo ve entrar en una casa de cita, una casa de pase. Él no era, sin embargo, hebreo.
Charles Melman
25 de junio de 2021
Traducción al español: Iris Sánchez