Trabajo publicado en Aportes de Discurso <> Freudiano, Escuela de Psicoanálisis Nº 8, en enero de 1989.
¿Qué se traduce? ¿Las palabras, las intenciones? ¿Los pensamientos? ¿Las creaciones? Si un autor no puede inventar, ¿quién lo haría? También el hablante en uso de la lengua, atravesado por el lenguaje producirá sus formaciones reveladoras de un deseo. Un libro dedicó Sigmund Freud al uso de las modificaciones lingüísticas significativas. El chiste y su relación con lo inconsciente(1) abunda en neologismos plenos de sentido por donde circula el deseo. El primero, tomado de Heinrich Heine, es un ejemplo princeps de « condensación con formación sustitutiva produciendo una palabra mixta: familionär(1). Jacques Lacan, en su Seminario V(2) dedica su atención a « esa palabra maravillosa (…) que tuvo su fortuna » y que conocemos gracias a Freud. ¿De qué se trata? se preguntan ambos. ¿Un lapsus, un chiste, un acto fallido, un acto exitoso, una patinada, un neologismo? Lacan contesta: « Una condensación materializada en el material del significante »(2). Lacan imagina a Heinrich Heine en el momento de su creación, tal vez lejos de la hoja en blanco, o pluma en mano. En nocturnas deambulaciones parisinas, en un momento de crepúsculo, de fatiga. Esto en alemán. Nos recuerda también Lacan que el mismo Heine tradujo su texto al francés conservando la creación: famillonaire. En las Obras Completas de Sigmund Freud, James Strachey rescata la palabra original: familionär, que José Luis Etcheverry respeta para la versión castellana. En el Diccionario de traducción: Familiär: familiar Milionär: millonario Familionär: no aparece: creación de autor. Lacan insiste: « Si quieren hacer una lectura sorbe el witz deberían leer Reizebilder(2) Leer Reizebilder, en fin: Cuadros de viaje. Una tiene sus limitaciones(4). Sorpresa, incredulidad, desilusión, rebeldía, interrogantes, todo se sucede al leer en castellano y encontrar que no se encuentra. « … sentado junto a Salomón Rothschild, que me trató como a uno de sus iguales, muy familiarmente »(3). Leo repetidas veces y no termino de creer. ¿Dónde quedó la creación, la fatiga, el crepúsculo, la hoja en blanco, la iluminación? Otro chiste en el libro de Freud: sustitución de una letra: traduttore — traditore. Strachey la evoca en su introducción: « podría figurar como lema en la portada del presente volumen » … « nos contentamos con dar las palabras en su forma original »(1). Freud perdona: « la semejanza entre las dos palabras, que llegan casi a ser idénticas, figura de una manera muy impresionante la fatalidad de que el traductor deba hacer traición a su autor »(1). Lacan propone otra fórmula: « No siempre son traducibles tales expresiones. Estoy obligado a hacer una transposición completa, es decir a recrear la palabra en francés »(2). Me interrogo: ¿Qué hacer con las creaciones, los neologismos? En la versión castellana de Reizebilder la creación desapareció. Se evaporó, se diluyó. Ningún rastro de condensación materializada en el material significante, de intención, de deseo. No hay chiste, y no es un chiste. Enfrentados a las creaciones de Jacques Lacan, sólo el respeto y el rigor debería guiar a los traductores.