La inauguración de una fiesta
05 novembre 2005

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DE LA PAVA OSSA Arturo
International

Buenas días. [1]

Bienvenidos doctor Charles Melman y su esposa Anne, a esta nuestra patria.

Bienvenidos colegas y amigos del psicoanálisis procedentes de Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y otros sitios de Colombia, y de Quito, Ecuador.

El señor Melman, ya conocido por muchos de nosotros, es un psicoanalista de la vieja guardia, pero es el más joven y jovial de todos, por sus ideas y por sus construcciones teóricas, por ser estas nuevas, innovadoras y revolucionarias. Hoy por hoy es el más interesado entre todos los pensadores del psicoanálisis por mi conocidos, sino el único, en cavilar los efectos de esta mixtura de genes, de lenguas y de costumbres, mezcla de deseos, de pasiones y compasiones, revoltura de amores, odios y de venganzas. Él, es autor de muchos textos en francés, y de varios traducidos al español. Él, es animador de la Asociación Lacaniana Internacional de mucha tradición y seriedad en el ámbito mundial. Él, ya había pisado Colombia hace dos años, y desde hace muchos otros – creo que desde 1992, para los 500 años del descubrimiento- ha frecuentado este continente desenmascarado por Colón. Dicen por ahí las malas lenguas, que fue un alumno dedicado, avanzado y muy juicioso en esas lides de trabajar al lado de Lacan. Para hacer de la teoría lacaniana la nueva ética del psicoanálisis ha dedicado su vida como psicoanalista, como sujeto que practica y hace avanzar la teoría, eso sí, siempre desde la clínica. Siendo consecuente con esta intención se encuentra hoy entre nosotros, con nosotros y para nosotros.

El psicoanálisis es una disciplina « extranjera » [entre comillas] a nuestra tradición intelectual, y la hemos transferido mecánicamente a nuestra cultura. Hemos adoptado la teoría, la práctica y su aplicación en otras disciplinas de manera casi mecánica, directa y sin comentarios. Estos actos son hechos dados, y después de 50 años de su llegada a Colombia [Socarrás] es más que justo que nos preguntemos si, ¿Los analistas colombianos debemos examinar el proceso de aculturación que el psicoanálisis a sufrido en nuestro medio, y por lo tanto merece una revisión metódica?

Melman hace este gran aporte a nuestra esencia de ser latino-americanos o mejor indo-americanos o creo que ninguno de estos gentilicios son adecuados. Porque esos gentilicios no nos ubica en estas latitudes. En ninguna parte. Empecemos por allí, por esa no-ubicación en el planeta. Porque no somos latinos. Las lenguas aborígenes no tienen raíces latinas o romances, ni tampoco tienen origen oriental o indo-europeo. No son de la India. Solo porque Colón se imaginó llegar a la India, se nos proclamó ese gentilicio. Bueno, por allí comienza el drama del desubique.

Charles Melman, a partir de lo que le han enseñado sus pacientes latinoamericanos recibidos en París, repertorio, organizó e hizo evidentes estos efectos sobre la subjetividad del latinoamericano. Allí, él intenta generalizar sus problemas subjetivos, sus identificaciones, su relación con lo real, con la sexualidad y las particularidades de un destino subjetivo que está impregnado de la historia patria, de estas patrias colonizadas durante siglos. De toda esta experiencia, Melman hizo una construcción teórica de un Complejo que él bautizó como el Complejo de Colón. Este Complejo de Colón resumido dice lo siguiente: « […] El conflicto inicial entre estos dos lugares [el del conquistador y del aborigen] ya no puede resolverse sino por la violencia y por la fuerza, por una especie de guerra permanente, ya no hay encuentro con un semejante sino siempre con un e x t r a ñ o, es decir, con alguien a quien toca infligir siempre el acto de violencia inaugural, este conflicto me parece ser la herencia, la catástrofe espiritual y política dejada por el colonialismo. Y este tipo de escisión, de brecha, es lo que va a ser la m a t r i z de la organización subjetiva […] este [no] pacto que no llega a anudarse entre estos dos lugares, conduce a incidencias subjetivas que van a ser determinantes » [2]. La primera incidencia de lo anterior concierne a la identidad sexual de los sujetos herederos del mestizaje y el mulatage [genotipo] y de la bastardía [condición civil]. Esta consecuencia se evidencia en la relación de pareja. Los amos son los varones. Las mujeres asumen o hacen como si… [semblant] ellos, sus cónyuges, fuesen los verdaderos amos. Pero en lo cotidiano se presenta la dialéctica de la convivencia y la tenacidad en la vida y sus vicisitudes. Esta tenacidad les va a dar su lugar en la identidad sexual. El más tenaz, es el « duro ». Y no necesariamente el « duro » es el hombre. Inclusive, cada vez lo son menos. Eso sí, son buenos para ser perros y para maltratar y golpear a sus mujeres. Podemos afirmar inclusive que con frecuencia, la función del hombre en nuestros hogares, la ejercen las mujeres. Son ellas las que dan órdenes y traen el mercado a casa. Y casi todo hombre latinoamericano busca en su compañera a una madre que lo cuide. La segunda incidencia, « […] contrario a lo que se dice sobre la virilidad, resulta que el lugar fuerte, el lugar fálico por excelencia, es el que está ocupado por la mujer. […] la supuesta debilidad, el lugar del vencido, [el de la violada] no solo demuestra la más afirmada calidad fálica, sino que además, es la que paradójicamente perpetúa todos los dioses que han sido supuestamente destruidos […] Ella está entonces en condiciones de mantener una forma de culto[…] » [3]. Que se manifiesta en un culto a la santa madrecita o a ese culto especial que se expresa en la adoración por estas latitudes a la santísima Virgen María.

Tres días y tres temas, con tres consecuencias que en apariencia no están conectadas pero que podemos, como todo en la teoría psicoanalítica, hacerlas converger. La convergencia que trataré de darles a El ser y las pasiones [la envidia, el odio, los celos y la venganza], a El Otro y lalengua y al deseo del analista, es la siguiente:

El ser y las pasiones

El ser para Lacan, es aquél momento anterior a la constitución del sujeto, sobre este ser [el recién nacido], el Otro [la madre y la cultura] ejerce[n] la[s] castración[es] y produce los efectos que van a posibilitarle a ese ser, devenir sujeto, sujeto sujetado a la lengua, a su lengua materna y, además, sujeto inscrito a las leyes de la cultura. De su cultura. Es decir, que no solo el ser queda enganchado a las leyes del lenguaje, sino que también, queda suscrito a las normas sociales. Aquellas reglas expresadas en imperativos categóricos que le ponen límites a las pasiones del ser.

Hay castraciones culturales sucedidas en nuestras tierras, como lo fueron aquellos actos que se dieron durante el proceso de aculturación en las Américas. La conquista española descendió de sus carabelas por la codicia del oro, con la espada y con La Biblia. Por estos lares aparecieron esos dioses mitad hombres y mitad bestias, corceles aguerridos portando a seres inclementes. Los conquistadores se entregaron con alma, vida y sombrero a santificar estas tierras de demonios, de ignorantes y de obscenos. No tenían alma ni conocían a Cristo, no hablaban el castellano ni tenían su escritura y, para rematar, dejaban al aire la mitad de sus partes íntimas. Y como si todo esto fuera poco, de los 120 países indígenas que había en Colombia muchos eran caníbales. Se comían a sus trofeos de las guerras. A las mujeres arrebatadas en estas batallas las tenían para parir hijos que cuando esos hijos llagaban a la pubertad los usaban como carne para aplacar el hambre.

En este caso, ese Otro, ese que imputó su deseo, fue encarnado por el conquistador quién impuso sus leyes, sus costumbres y su idioma con sangre. Porque la letra con sangre entra, y por estas latitudes la letra entró con sangre. Los conquistadores fueron amos portadores de la muerte – « amuertes » – y con efectos particulares sobre los habitantes de estas tierras que aún hoy, se sienten dichos efectos. Durante los siglos de conquista y colonización los cruces genéticos no dieron espera. De conquistadores pasaron a colonizadores, y de colonizadores a habitantes del Nuevo Reino de Granada. Construyeron viviendas, fundaron pueblos y organizaron familias. Los pocos mal llamados nobles violaban innoblemente a las indias, los empleados, los soldados y otros aparecidos por estos reinos, procedentes de la Corona y se cruzaron con ellas y así fue emergiendo el mestizo. « Los hijos del pecado ». Una raza emergente que poco a poco fue poblando estos reinos. Un resto, una parte, una fracción de ese ser mestizo se quedó indio [digámoslo así], como le sucede al ser en sus tiempos de constitución como sujeto, un resto del ser queda forcluido sin reprimirse, queda a merced de las pasiones, de las pulsiones de muerte, del goce. Aquella parte del ser-indígena que la elegante diplomacia del gobierno español no pudo domesticar. Esa clase imperial que hoy está de alguna manera representada por las clases dominantes [en lo económico, en lo político y en lo social] Esas clases que ante lo diferente se exaltan y terminan por exterminar lo desigual. Lo extraño.

De allí, que cuando una pasión hace acto, decimos en colombiano que se nos salió el indio. El indio es aquella parte indígena del ser que no logró ser domesticado, y que cuando alguien protesta, o reclama, o agrede, lo expresamos con el insulto « ¡Se le salió el indio! » … esto hace evidente que todas las pasiones del ser, las pulsiones de muerte en Colombia, son la expresión del indio que se nos quedó adentro. « ¡Se le salió el indio! » es la expresión para evidenciar que el hoy blanco aún conquistador, colonizador y exterminador de siempre, hizo del significante indio la metáfora para nombrar las pasiones del hoy genético mestizo.

El Otro y lalengua

Existe un idioma, el español, que posee sus especificidades y que como analistas debemos conocerlas. Borges afirmó en una entrevista en 1980, que el español es una lengua de vocales, haciéndose una lengua abierta, sonora y por lo tanto más sensual. Que el español tiene una diferencia fundamental entre los verbos ser y estar. Que el español no está atado en la sintaxis a un orden rígido y riguroso de la frase. Estas especificidades del español en contraste con el alemán, el francés y el inglés, nos pide, nos exige una reflexión referente al uso del idioma español en psicoanálisis, y entre otros asuntos al uso de la homofonía y del equívoco en la interpretación analítica.

Pero el tema del Otro y lalengua no solo es un asunto referente a su uso en la práctica del psicoanálisis en Colombia. Si nos remitimos a la historia del idioma español en las Américas, se nos hace evidente que este idioma le fue impuesto a estas tierras. Que con la llegada del conquistador llegaron: un dios y su religión, un idioma y su gramática, un orden político y moral, y unas cuantas cosas más.

El psicoanálisis lacaniano en su acto fundamental, aquel que nombramos como el acto analítico, la interpretación; es producto del efecto de las homofonías y de los equívocos presentes en las palabras habladas. La interpretación lacaniana es un acto que recurre al equívoco como efecto de los lapsus lingüis, de los olvidos de las palabras, en últimas, efecto de las formaciones del inconsciente. Es por eso que el inconsciente está estructurado como un lenguaje, e implica, además, la repetición, el gozar sufriendo y el asunto de la letra. « […] y la vertiente útil en la función de lalengua, la vertiente útil para nosotros, psicoanalistas, [y] para todos los que tienen que vérselas con el inconsciente es la lógica » [4]. Lo dice Lacan en 1971, y en 1969 ha afirmado que, « […] la pulsión designa la conjunción de la lógica, con el cuerpo [y de la corporeidad] » [5] y si la sexualidad circula por las pulsiones. Entonces, lalengua se inaugura a partir del sustrato de un pedazo de cuerpo sexuado, de un agujero pulsional que es impregnado de la lógica y sellado por la letra. ¿Qué quiere decir esto? Esta es una pregunta para Melman.

Y por último tenemos el asunto del Deseo del analista. ¿Por qué existen sujetos que desean ocupar ese lugar del objeto a? Dejo esta reflexión que será tocada durante el seminario.

Para terminar creo que la pregunta que estaría haciendo presencia en estos días la formularé así: ¿Qué debemos hacer los intelectuales y en particular los psicoanalistas colombianos con las reflexiones anteriores? Si estos avatares de la trágica historia de Colombia tienen efectos en la matriz de la constitución subjetiva del colombiano hoy, entonces, los efectos han atravesando los tiempos y están vigentes en nuestros días, generando esta pregunta: ¿Qué debemos hacer los psicoanalistas para escuchar a nuestros analizantes mestizos aquí, ahora y en español?

A esta presentación la intitulé: « La inauguración de una fiesta »… de una fiesta de las ideas. Entonces… ¡qué las ideas salgan a bailar!

1 – Arturo de la Pava Ossa: Psicoanalista. Investigador de la cultura desde el psicoanálisis

2 – Ch. Melman, El Complejo de Colón y otros textos, Cuarto de vuelta, Bogotá, 2002, pág. 212. Los parétesis son míos.

3 – Ibid., págs. 216-217.

4 – J. Lacan, El saber del psicoanalista, Charlas en Sainte Anne, 1971-1972, clase del 7 de noviembre de 1971.

5 – J. Lacan, Seminario 16, De otro al otro, clase del 4 de junio de 1969, medio magnético.