Plantear un debate en torno a las nuevas formas del síntoma y de qué
manera escucha esto el Psicoanálisis en la actualidad, no debe en modo
alguno hacernos olvidar algunos de los síntomas que en la historia del
pensamiento analítico han sido importantes escollos en la formalización
de sus conceptos. En este sentido se han venido repitiendo, sin presentar grandes
diferencias con el paso del tiempo. Por eso, las nuevas formas de estos síntomas,
no son tan nuevas, solamente cambian, algunos de sus protagonistas. He querido
resaltar algunos de ellos, a modo de referencia, de simple presentación,
dejando para posteriores ocasiones la posibilidad de volver de manera mas profunda
a ellos, sin que esto quiera decir de ninguna manera, que no haya otros ó
que algunos nuevos no puedan aparecer.
Estoy hablando, por ejemplo, de las relaciones de vasallaje, que en estos momentos
hay de unas lenguas respecto a otras, en lo que a transmisión del pensamiento
analítico se refiere. No sería malo el empeño de castellanizar
algunos textos, algo del pensamiento analítico, habida cuenta que la
obra de Freud nos llega traducida muy tempranamente, en el 23, por el poeta
José Luis López de Ballesteros y Torres y que es expresamente
felicitado por el propio Freud, en carta personal al traductor, dado que Freud,
desde sus lecturas de juventud, conocía perfectamente el castellano.
La obra de Freud nos llega impulsada por el afán de José Ortega
y Gasset, quien prologó la primera edición.
Esta obra llega a un campo sembrado de una filosofía, de una concepción
del pensamiento, presente en la literatura, en nuestra mística, en nuestra
acción, todo ello dado por una lengua viva. El pensamiento es una herencia
que reposa, al decir de Unamuno, en Prejuicios y los Prejuicios van insertos
en la lengua. Esta circunstancia se repite, como nos lo señala R. Lèvy
en su libro « Un deseo contrariado », con la obra de Lacan, que se tradujo y fue
accesible en castellano, aun antes de que nosotros pudiéramos disponer
de esos textos. »(pág.123), que llegan de la mano de Oscar Masotta.
Hablo también de los acatamientos religiosos a los amos, donde se monopolizan
los textos y donde es posible encontrar a los que hoy hacen su pitanza con Lacan
y que luego de haberlo devorado, establecen oficialmente sus textos. Cuando
Unamuno habla de uno de sus libros « La vida de Don Quijote y Sancho, nos dice:
« escribí aquel libro para repensar el Quijote contra Cervantistas y eruditos,
para hacer obra de vida de lo que era y sigue siendo para los más letra
muerta. ¿Qué me importa lo que Cervantes quiso ó no poner
allí, y lo que realmente puso? Lo vivo es lo que yo descubro, pusiéralo
ó no Cervantes, lo que allí pongo y sobrepongo y sotopongo y lo
que ponemos allí todos. Quise allí rastrear nuestra filosofía.
Pues abrigo cada vez más la convicción de que nuestra filosofía,
la filosofía española, está líquida y difusa en
nuestra literatura. » (Sent.Trág. de la vida.283). Esta misma cuestión
habría que plantearla para Lacanistas y eruditos, en la medida en que
lo importante es lo que retextualicemos, en que nos pueda introducir en la teoría
psicoanalítica un nuevo orden de formalización al pensamiento
freudiano para que cada cual tenga alguna comprensión del texto, no una
repetición memorizada ó la utilización del mismo como emblema
, como ejercicio de un poder.
Hablo también de las rancias monarquías psicoanalíticas
en las que se recibe la herencia de padres a hijos, ó mejor a hijas.
Pero esto será tema de nuevos abordajes por mi parte. Hoy quiero hablarles
de lo que otro síntoma ha significado en el desarrollo del pensamiento
psicoanalítico. Me refiero al tributo a las ciencias positivas, experimentalistas
y cómo el desanudarse de ellas ha significado una de las más grandes
aportaciones de la obra de Lacan al Psicoanálisis moderno.
Trataré de dar cuenta de ello, reclamando para lo poesía un lugar
en este espacio, como una cierta manera de Heterodoxia, de no conforme con la
doctrina tenida como verdadera, en la que esta poesía, según Martín
Heidegger, es la forma más elevada y fundamental del hablar; el fundamento
del lenguaje.
La evolución del pensamiento es también y de manera esencial,
la evolución de las palabras que lo enmarcan, que lo acotan y a través
de las cuales se expresa ese pensamiento. Decir nuevo ó viejo nos permite
una reflexión en torno a lo que es estructural, de naturaleza ética
en un pensamiento y lo que es político, del orden de la convención
social, del acuerdo. Estas palabras sufren la evolución que les da la
incorporación de nuevos sentidos, de nuevos hallazgos en todos los ámbitos
del ser humano: social, lingüístico, científico, filosófico.
La corola sémica se amplía y de otro lado pierde algunos de los
sentidos iniciales que tenía y que probablemente subyacen en la palabra.
Desde ahí podemos ver que en los últimos tiempos, se han producido
los que podríamos llamar mutaciones en algunas palabras: droga, anorexia,
lejos, comunicación, Dios, ciencia, en las que los referentes sémicos
que se han incorporado, lo hacen cargados de los nuevos conceptos importados
desde todas esas disciplinas, desde todos esos ámbitos y desde la ideología
que los alberga.
Decir hoy « droga » es algo bien distinto de lo que eso señalaba hace
cien años; hoy apunta hacia una concepción por encima de todo
moral. Decir « lejos », en los tiempos en que trasladarse unos pocos Km. era una
auténtica epopeya, es algo bien diferente de lo que hoy se podría
concebir.
Cuando hablamos en estos momentos de la Ciencia, no estamos refiriéndonos
a la misma Ciencia que los entusiastas positivistas de principios de siglo.
Esta ciencia, preñada de la actual ideología, en la que el capitalismo
todo lo rubrica, será un punto de partida de mi reflexión de hoy
en este encuentro en el que hemos hablado de Nuevas envolturas del síntoma.
Este concepto de ciencia, separado de lo que son las ciencias conjeturales ,
está más del lado de Dios Omnipotente y mas vinculado a la inmanencia
de las cosas. Pareciera ser la Vara con la que medimos el rigor de una disciplina
.
Es necesario tomar como punto de partida una idea central, una idea que podríamos
llamar matriz y que justamente hace referencia a la imposibilidad de simbolizar
lo real ó dicho en otros términos, no hay esperanza de agotar
simbólicamente lo real. La pretensión del conocimiento científico
es justamente esta esperanza, encerrar en simples y escuetos desarrollos científicos
toda explicación. « Por eso llevamos de buen grado a los que nos siguen
a los lugares donde la lógica se desconcierta por la disyunción
que estalla de lo imaginario a lo simbólico, no para complacernos en
las paradojas que allí se engendran, ni en ninguna pretendida crisis
del pensamiento, sino para reducir por el contrario su falso brillo a la hiancia
que designan, siempre para nosotros muy simplemente edificante, y sobre todo
para tratar de forjar en ellos el método de una especie de cálculo
cuyo secreto sería revelado por la inadecuación como tal. » (Sub.
Del suj. Pag.332).
Sería importante pues, separarse de esta concepción de la ciencia
experimentalista para poder alcanzar un posible estatuto que de cuenta de estas
simbolizaciones, donde la exactitud se distinga de la verdad y la conjetura
no excluya el rigor; es necesario caminar por el espacio de las ciencias conjeturales,
donde la lengua, la poética alcanzan su máximo desarrollo. Y podríamos
por ello sin excedernos en la forzatura, adelantarnos a nuestra tesis al mostrar
que los procesos inconscientes alcanzan su legitimación en la poética.
« La experiencia psicoanalítica ha vuelto a encontrar en el hombre el
imperativo del verbo como la ley que lo ha formado a su imagen. Maneja la función
poética del lenguaje para dar a su deseo su mediación simbólica ».(Función
y C de la P. 138).
Desde el Freud del Proyecto de una Psicología para neurólogos,
donde de alguna manera pareciera disculparse ante los científicos de
la época, hasta la Interpretación de los Sueños en la que
introduce una fractura absoluta con las tesis anteriores, hay mucho más
que cinco años de diferencia, hay una vía abierta en lo que se
refiere al camino a seguir: se trata de ocuparnos de un texto, se trata de ocuparnos
de las palabras con las que damos cuenta de nuestro padecer, de nuestro sufrimiento.
La primera posición de Freud, posición de principio, conduce a
deslizar el orden de la verdad de la adecuación a la coherencia interna
del objeto formal abstracto. Lo que es necesario en todo caso es definir el
campo de existencia del objeto, las leyes formales de composición interna
del mismo. Esta es sin duda la formalización más fecunda de Lacan.
« Por su parte confiaremos únicamente en las premisas que han visto su
precio confirmado por el hecho de que el lenguaje conquistó allí
efectivamente en la experiencia su estatuto de objeto científico. Pues
este es el hecho por el cual la lingüística se presenta en posición
de piloto en ese dominio alrededor del cual una nueva clasificación de
las ciencias señala, como es la regla, una revolución del conocimiento:
las necesidades de la comunicación son las únicas que nos lo hacen
inscribir en el capítulo de este volumen bajo el título de *ciencias
del hombre*, a pesar de la confusión que pueda disimularse en ello.
Para señalar la emergencia de la disciplina lingüística,
diremos que consiste , caso que es el mismo para toda ciencia en el sentido
moderno, en el momento constituyente de un algoritmo que la funda. Este algoritmo
es el siguiente. S/s ».(La Instancia de la l. en el incos. Pag.182).
Introducirnos en el camino de la poética, no es salirnos del estatuto
científico del Psicoanálisis, bien al contrario es reafirmar que
no es posible el agotamiento simbólico de lo real y esto sólo
se alcanza desligándonos de viejos anclajes de la ciencia del sensualismo,
del experimentalismo, de la nosografía casuística en la que la
estadística parece ser el único respaldo. ¿Cómo se
escucharía hoy a Ida Bauer, a Sergei Pankejeff, a Herbert Graf, a Ernst
Lanzer ó a Daniel Paul Schreber, desde las páginas de un DSM-IV?
Sospecho que nos hubiéramos quedado sin el Caso Dora, el Hombre de los
Lobos, el caso Juanito, el Hombre de las Ratas y las Puntualizaciones sobre
un caso de Paranoia.
Cuando Freud formaliza algunos conceptos, lo hace desde las figuras poéticas,
como principal camino de entrada en lo que es el sentido de la obra freudiana.
Todos conocemos la repercusión que tuvo en él la lectura de algunos
poetas y como fue en la obra de Goethe donde encontró su vocación
por la medicina. Este Freud que camina por la senda de la poética, no
desdeña el Oximorón cuando a despecho del discurso científico,
propone para los procesos inconscientes, la noción de « pensamiento inconsciente »,
ó cuando nos habla del « instinto de muerte ». (EL OXIMORÓN es una
figura retórica, consistente en la unión de dos conceptos contradictorios).
Figura que se opone a cualquier desarrollo científico en el que no cabe
en modo alguno albergar dos conceptos contradictorios. P. Me decía hace
poco tiempo: soy un joven muy anciano. Esto solo es posible desde la poética
a la cual apela Freud, soltándose de manera clara de ese primer momento
de tributo a las ciencias positivas que suponía el Proyecto: « Por eso
es en la oposición de un tercer término donde el descubrimiento
Freudiano del inconsciente se esclarece en su fundamento verdadero y puede ser
formulada de manera simple en estos términos: El inconsciente es aquella
parte del discurso concreto en cuanto transindividual que falta a la disposición
del sujeto para restablecer la continuidad de su discurso consciente. Así
desaparece la paradoja que presenta la noción del inconsciente, si se
refiere a una realidad individual. Pues reducirla a su tendencia inconsciente
solo es resolver la paradoja, eludiendo la experiencia que muestra claramente
que el inconsciente participa de las funciones de la idea, incluso del pensamiento.
Como Freud lo subraya claramente, cuando , no pudiendo evitar del pensamiento
inconsciente la conjunción de términos contradictorios, le da
el viático de esta invocación: sit venia verbo ». (Función
y C. De la palabra, pag. 79).
Cuando Freud es interpelado al hablar del Instinto de muerte, por cuanto habla
de una contradicción en la medida en que el instinto implica los modos
de conocimiento que la naturaleza exige de lo vivo para satisfacer sus necesidades,
Lacan les contesta que se trata de una licencia poética y que Freud tiene
razón Porque el « biologismo de Freud nada tiene que ver con esa abyección
sermoneadora que nos llega por bocanadas de la oficina psicoanalítica
. Y era necesario hacerles vivir el instinto de muerte que allí abominan,
para ponerlos a tono con la biología de Freud. Pues eludir el instinto
de muerte de su doctrina es desconocerlo absolutamente. »(Sub. Suj.314)
La única esperanza posible es la del desaliento. Se acoge con alegría
una nueva formulación teórica, por dificultosa que aparezca, porque
se tiene la
esperanza de que esta formulación agote la explicación que uno
tiene acerca
del fenómeno. La historia del conocimiento científico no es sino
la historia de sus errores. La verdad solo retorna para mostrar la inadecuación
de un desarrollo, de una formulación, para abrir una nueva formulación.
En este sentido el nuevo conocimiento no es sino el orden de represión
que el nuevo conocimiento ejerce sobre una verdad que muestra su inadecuación
efectiva. Es así como nos lo recuerda D. Miguel de Unamuno, que todo
lo hecho fue por la palabra y la palabra fue en un principio: « Una lengua, en
efecto, es una filosofía potencial…. Toda filosofía es en el
fondo filología, con su grandeza y fecunda ley de las formaciones analógicas,
da su parte el azar, a lo irracional, a lo absolutamente inconmensurable. La
historia no es matemática, ni la filosofía tampoco. Y cuántas
ideas filosóficas , no se deben en rigor a algo así como rima,
a la necesidad de colocar un consonante. En Kant mismo abunda no poco esto,
de simetría estética, de rima ». (M. de Unamuno: El sentimiento
trágico de la vida. Pág. 284).
Lo que es lícito en poesía no lo es en el mundo de las ciencias
positiva. La deformación del analista parte del hecho de achatar el nivel
de proyección que supone la poética . Yo puedo decir desde el
lugar de la poética cosas que no podría decir desde el lugar del
conocimiento científico. La ciencia recupera un carácter general
y abstracto, pero este efecto de generalización que eleva lo particular
a lo general, hace que se interprete lo general de un proceso, desdeñando
los casos particulares que lo niegan, perdiendo la riqueza de la metáfora.
No hay metalenguaje que pueda ser hablado. No se puede explicar desde las limitaciones
que las palabras nos imponen, la condición de la palabra misma. Y justamente
como nos lo recuerda Lacan en Función y Campo de la Palabra, el psicoanálisis
es una ciencia de lo particular y continua más adelante « …Y si la ciencia
experimental toma de las matemáticas su exactitud, su relación
con la naturaleza no deja de ser por ello problemática. Nuestro nexo
con la naturaleza, en efecto, nos incita a preguntarnos poéticamente…
La física no es sino una fabricación mental cuyo instrumento es
el símbolo matemático. Porque la ciencia experimental no es definida
tanto por la cantidad a la que se aplica en efecto, sino por la medida que introduce
en lo real » (Escritos I, pag.105).
Esta fractura que pareciera existir entre lo poético y lo científico,
no es tanta después de estas aclaraciones en las que queda marcado el
espacio de una consideración de la ciencia no tanto como objeto divino,
ante el cual postrarse, sino con la amplitud que permite el acoger a la poesía
en este mismo ámbito. Es del espíritu experimentalista de donde
debemos alejarnos en la práctica psicoanalítica, en la medida
en que limita las posibilidades operativas de nuestra práctica que consiste
en profundizar en la función simbólica, pues es la función
simbólica la que de alguna manera como lo señala Lacan, instaura
un nuevo orden de las ciencias. Cuando Freud piensa en las disciplinas que podrían
complementar la formación del analista, se encuentran la mitología
y la crítica literaria. « Añadiremos de buen grado, por nuestra
parte, : la retórica, la dialéctica en el sentido técnico,
la gramática y, cima suprema de la estética del lenguaje, *la
poética*. »(F.y C. De la palabra; pág.107).
El descubrimiento freudiano no es otro que el de la palabra convocadora de
la historia, de la biografía . En cada palabra dicha , hay otras que
pujan por ser dichas. En lo dicho se esconden la riqueza de lo particular; en
lo dicho se nos revela que hay un « no dicho », hay un » quiero decir » hay un
« Qué puedo decir », un « dije ya », un « no diré nunca », hay un « quien
dice » y hay un « a quién se dice ». Lo que el analista hace es colocarse
de escucha, sabiendo que » somos de palabras », posibilitando con ello, los cambios
del discurso , que como nos recuerda Lacan, no es otra cosa que la relación
entre dos sujetos. En estos cambios discursivos, el discurso analítico,
apunta al momento de concluir, momento lógico que lleva sin reparo a
la disolución de una inicial ilusión identificatoria de ser el
otro ó ser el saber.
El hallazgo es pues el descubrimiento de la relación del ser humano
con el orden simbólico, orden que le permite procesar un mito en términos
individuales. El hombre se hace hombre por el símbolo; es su origen y
su determinante. La prohibición del incesto no es sino del orden del
lenguaje, en la medida que introduce una Ley Primordial que es del orden de
lo simbólico. En esta relación con lo simbólico, aparecen
no pocas figuras retóricas que « van desde la metonimia hasta la catacresis
y la antífrasis , hasta la hipálage, incluso hasta la lítote,
y esto se nos impone a nosotros cada vez más a medida que la defensa
se nos presenta más inconsciente. Lo cual nos obliga a concluir que no
hay forma tan elaborada del estilo que el inconsciente no abunde en ella, sin
exceptuar las eruditas, las conceptistas y las preciosas, a las que no desdeña
más de lo que lo hace el autor de estas líneas, el Góngora
del Psicoanálisis, según dicen. »(situación del psicoa.
En el 56. Pag.190).
Catacresis: ampliar el significado más allá de sus dominios,
ejm.M.P, me decía después de un intento de suicidio; yo no quería
morir, lo que quería es hacerme daño y la hoja de la cuchilla
era una hoja de papel.
Antífrasis: expresar una idea por la contraria: A. Después de
una sesión en la que no cesa de hablar, me dice, después de preguntarme
¿qué le parece?, Bonito silencio!
Hipálage: Referir un complemento a una palabra distinta a la que se
debiera; cuando llega Z a sesión me comenta: otra vez a tumbarme en este
ruidoso diván.
Lítote ó atenuación. No expresar todo lo que se quiere
dar a entender, aunque no por eso no resulta estar bien comprendido; M, en las
primeras sesiones, me pregunta ¿qué es lo que me pasa? Ante mi silencio,
me dice: No creo ser tan neurótico , en eso no te alabo.
El analista debe entender por encima y sobre todas las cosas que el hombre
viene determinado, está atrapado en el lenguaje, en el símbolo.
Que mucho antes de nacer y después de su muerte , una cadena simbólica
lo antecede y lo sobrevive y que además somos usuarios de un lenguaje,
no sus inventores. Que como nos dice Enstein, lo único que nos diferencia,
en esencia, de todos los otros seres vivos es el hecho de que hablamos. La función
del lenguaje es fundamentalmente evocadora y en permanente búsqueda de
la respuesta del otro, del cual nos viene el lenguaje. Las limitaciones que
impone el discurso de las ciencias exactas a diferencia de la poética,
es el acatamiento a un signo, la subordinación de la particularidad a
la norma. No hay espacio para la condensación, el desplazamiento. Lacan
nos dice en observación sobre el informe de Lagache… « es al fool (necio,
bufón), oh Shakespeare, tanto en la vida como en las letras, a quien
ha sido deparado el destino de mantener disponible a través de los siglos
el lugar de la verdad que Freud debía sacar a la luz » (Pag. 283).
Lo que la experiencia psicoanalítica descubre y redescubre en cada acto
analítico, en cada sesión, en cada sueño, en cada relato
de los múltiples y dispares padeceres que nos llegan a las consultas,
es toda la estructura del lenguaje en el inconsciente. No nos encontramos con
un almacén de instintos, nos encontramos con palabras que pujan por encontrar
un efecto de sentido. Palabras que dan prueba de producir efectos de verdad.
Es en la inmanencia de las palabras donde se abre el camino del inconsciente.
Cuando Lacan señala las vías de la formación del analista
en « El psicoanálisis y su enseñanza », nos habla de la restitución
de una cadena simbólica en tres direcciones:
– de historia de una vida, vivida como historia.
– de sujeción a las leyes del lenguaje, únicas capaces de sobredeterminación.
– de juego intersubjetivo por donde la verdad entra en lo real.(pag.161)
Quisiera concluir este trabajo con dos poesías, que muy probablemente
hubieran sido suficientes para dar cuenta de estas líneas, pero ha sido
menester que yo cayera en la contradicción de padecer lo que protesto
y cargar abigarradamente de conceptos, citas y palabrerío lo que en lenguaje
poético hubiera quedado dicho de modo más hermoso y más
sencillo. Sea pues la confesión de este despropósito una propuesta
de conversación despojada de prejuicios, el relato ante mi otro de un
nuevo síntoma, de una nueva repetición.