¿Están bien niños?
12 mars 2024

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GUERRERO Omar
Editos
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Las noticias no son buenas para los niños en Francia, para ellos el año comienza mal. Tomen en cuenta dos informaciones recientemente publicadas en nuestros grandes periódicos: soportamos tan mal su presencia en los espacios públicos que instalamos compartimentos sin niños en los trenes. Lo mismo en aviones o en los restaurantes. ¡Shu- shu! ¡Fuera!

 

Pero… ¿por qué habría que desterrar a los críos? Lo que se dice a modo de explicación son las molestias (ruidos, desechos, comportamientos…), más allá de la tolerancia post-sesentayochada habitual.

 

La otra información preocupante concierne a las tasas de obesidad en los niños -pero igualmente en los adultos- que siguen aumentando también en muchos países. Es un verdadero problema de salud, una calamidad que por supuesto tiene múltiples causas.

 

Los psicoanalistas ya han tomado el pulso de esta evolución social (si fuera cierto que sea así) desde sus puestos de observación y de operación: los consultorios e instituciones donde ellos practican. Y es cierto que sus instrumentos clínicos les permiten constatar que la respuesta química o quirúrgica es sólo un parche, como lo prueban los trabajos de nuestra EPEP (Escuela de psicoanálisis del niño y del adolescente) desde hace 25 años.

 

¿Qué decir entonces? O más bien cuál decir, puesto que la solución, relativamente sencilla, está a nuestro alcance, dada por la misma estructura del lenguaje. No se trata de expulsar a los niños ni de posponer la misión parental para un momento ulterior, cuando sabemos que hay un tiempo lógico que respetar. Ni tampoco es un asunto de culpabilizar a los adultos que se confrontan a lo que Freud denominaba -con una humorada- el oficio imposible de educar a la siguiente generación. Tampoco hay nalgadas en el horizonte –aun si hay que articular los tres registros de Lacan, entre los cuales está el real (¡no hay parentalidad vía Zoom, pues!).

 

El lenguaje conlleva en su seno una forma de autoridad que no es ni gentil ni malvada y que, si la tomamos en serio, acondiciona lugares claros para cada uno. En vez de declarar a los niños persona non grata, al tiempo de atiborrarlos con “recompensas ilimitadas” para nuestra comodidad, haríamos algo mejor al analizar lo que impide a los padres -en cada historia singular y también en lo social actual- realizar las puntuaciones y los cortes necesarios para crecer… aun si éstos, puntuaciones y cortes, tienen mala publicidad.

 

Omar Guerrero por el Buró de la A.L.I.

13 de marzo de 2024