El Acto no es verso, este título apareció cuando me preguntaba cómo preparar mi participación del día de hoy. Entonces leí la frase siguiente:
« Aussi bien l’acte lui-même ne peut fonctionner comme prédicat. »
«Asimismo, el acto mismo no puede funcionar como un predicado. »
Verso es una palabra del lunfardo de Buenos Aires del argot local, del vocabulario callejero. Como labia, chamullo, verbosidad, elocuencia, palabrería, locuacidad, pico, oratoria, soltura verbal, “avoir de la Chache” en francés, o un buen espiche en inglés. Hace unos meses un colega de la Asociación, dijo “El Acto no es una placa en la puerta del edificio donde uno vive”, yo acá me digo a mí mismo: ni un cartelito en los congresos en los que se participa, el acto es otra cosa, “el acto psicoanalítico es, como ya fue dicho, lo que se espera du un psicoanalista.”
Y “un psicoanalista es lo que se espera de una cura.”
“A un psicoanalista se lo identifica por su acto.” (Esta es otra citación, y merece ser completada porque dice a continuación) “Un psicoanalista se identifica por su acto, pero en el sentido más biológico, más encarnado”, dice lacan en 1968. Veremos qué quiere decir.
Como a un pájaro, digo yo, como a un pájaro se lo identifica por lo que hace arriba de una rama. Ni por su canto ni por su plumaje. Esa parte del animal no nos interesa, más bien debería decir, como a un pájaro se lo identifica por su deposición. Por lo que deja caer. Su residuo.
Yo tengo la costumbre de no citar textualmente las frases de Lacan cuando hablo, pero en esta ocasión el compromiso por él puesto en cada palabra y la crítica implícita de una parte del cuerpo psicoanalítico me lleva a acudir a la lectura textual de algunos párrafos.
Por ejemplo, cuando dice el 15 de mayo, (del mismo mes de mayo de 1968 cuando Francia era un incendio y volaban adoquines por los aires):
« Les psychanalystes ne veulent pas être à la hauteur de ce qu’ils ont en charge. »
“Los psycoanalistas no quieren estar a la altura de lo que tienen a cargo.”
Tienen a cargo, digo, de demostrar en cada momento que han aceptado que no es posible de decirlo todo.
Esta es una regla mayor del leguaje y debe ser aceptada y respetada porque no podemos ir más lejos, que unos pocos minutos de palabras. Porque apenas unos minutos alcanzan. Lo demostró Lacan cuando le radiaron de la IPA en 1964, que algunos minutos de fonemas solamente son suficientes. Porque lo demás, es lo de menos. Sobra, o falta, y esto es innerente al lenguage, es lo propio de la palabra.
Para los que no tenían claro en esos años, que pasar de la posición de analizante a la posición de analista, no se debe a la acumulación de un saber, sino a la experiencia de la pérdida, a la división que fundamenta la estructura del deseo, a lo que, “en el momento de la realización de la falta”, del darse cuenta de que no está completo esto, de que no se puede, de que hay un agujero. Que Eso, que quedó por decir porque se fue el tiempo, porque no se pudo, porque no se puede. Darse cuenta de esto, aceptarlo, es condición con la que carga quien habla, es la condición de la realización del sujeto. Dice Lacan en este seminario.
“…Y esto es algo no solamente formulado sino encarnado que se llama la castración.” Esta citación la vamos a desarrollar:
Justamente: El 10 de enero de 1968 día que Lacan habla del final del Análisis y de la “operación Verité”, operación Verdad, nosotros diríamos “operativo” verdad, algo que hay que ir a hacer, a producir, a fabricar, como el Cesar: un Acto.
Dice a propósito del lugar de la verdad:
« Cette place se retrouve dans ce manque, qui, de toujours, se définit comme essence de l’homme et qui s’appelle le désir, mais qui à la fin d’une analyse se traduit de cette chose non seulement formulée mais incarnée qui s’appelle la castration ».
«Ese lugar se reencuentra en esa falta (¡ojo, no en la “falta en español”, “el pecado”, no!, más bien en la ausencia, o la imposibilidad. Lo que morfológicamente sería un hueco. En algo que no está y que no puede ser realizado o satisfecho. A lo sumo, Puede pasar, que el agujero cambie de lugar. Retomo, «Ese lugar se reencuentra en esa falta que, desde siempre, se define como la esencia misma del hombre y que llamamos deseo; pero que (Atención!!!) al final de un análisis se traduce en esa cosa, no solo formulada sino encarnada, que llamamos castración.» Esta es la citación completa.
Lacan nos está diciendo:
Que existe un Acto, y ¡Este es el ACTO!, por el cual se pasa del objeto que tiene a su cargo la causa del deseo a la encarnación de la castración y esa encarnación ahora va a soportar un nuevo sujeto, supuesto saber, en el cuerpo, sobre los huesos mismos, de aquel que fue, hasta ese momento, analizante.
Este “pedazo” de definición, estos esclarecimientos estaban en el aire o más bien en la cabeza de Lacan cuando tenía 66 años y ya contaba con 15 años de seminarios y un grupo de seguidores a los que había que transmitir una diciplina que todavía estaba fabricándose:
¿A partir de cuándo se es psicoanalista? ¿Con qué formación? ¿Nombrado por quién? ¿Autorizado, Reconocido por cuantos?
Gracias a la mediación de Louis Althusser, en 1964 Lacan, que debió dejar el hospital Sainte Anne, pasa, à la rue d’Ulm, a los locales de la École Normal Supérieure, supervisada, esta escuela, administrativamente por L’Ecole Pratique de Hautes Études, que cada año solicitaba un “conte rendu” de los cursos.
La traducción literal de “conte rendu” sería “una redición de cuentas” que suena muy feo en español, o más simplemente un “resumen del trabajo del año”. Las dos acepciones son difíciles de imaginar en la poco burocrática reflexión del Doctor Lacan: “Aaaah querés un resumen…”. Lacan escribe entonces en el verano del 68 un resumen del seminario.
La lectura de este texto no es evidente para el lector que no está familiarizado con la redacción lacaniana y personalmente creo que es una de las causas por las que el año siguiente Lacan debió dejar la Escuela Normal Superior para instalarse en la Facultad de Derecho.
Lacan hubiese podido escribir en otro estilo.
En el mismo periodo universitario lo hizo otras dos veces, y de manera casi pedagógica. La primera es la “Proposición de octubre 1967” donde describe el mecanismo que propone llamado “la Pase” y la segunda, que llamaremos “La conferencia de fin de año”, (una conferencia con una historia muy especial, si tenemos tiempo volveremos,) donde transforma la reunión, que debía ser la última clase del año, en “Ceremonia”. Tal como lo hacían antiguamente las fiestas de solsticio o equinoxio desde la antigüedad, o al inicio o el cierre de las cosechas o en las fogatas de San Juan o en procesiones paganas. Una ceremonia que interrumpía el transcurso lineal de los días y que marcaba que aquí ha pasado algo, que ALGO ha sucedido.
“No soy un tramposo”, dice, en la primera frase: “no voy a dar una clase como está anunciado”. Y en este último curso se lamenta por lo que no pudo decir. Las ¾ partes de lo que tenía previsto, transformando este Seminario, con esta frase, en “un objeto perdido” que dice, no completará jamás.
Pero volviendo al mencionado “compte-rendu” y tercer y último escrito de este periodo, voy a tratar. para terminar mi presentación, de traer aquí los principales puntos o el principal punto de este documento que comienza con esta frase:
« L’acte psychanalytique, ni vu ni connu hors de nous, c’est-à-dire jamais repéré, mis en question bien moins encore, voilà que nous le supposons du moment électif où le psychanalysant passe au psychanalyste. »
« El acto psicoanalítico, ni visto ni conocido fuera de nosotros, (¡Los otros no lo conocen, ni siquiera lo han visto!) es decir, nunca identificado ni cuestionado, lo suponemos en el momento electivo en que el psicoanalizante pasa a ser psicoanalista.»
Alguien que está afuera de la diciplina, y que va a leer: “en el momento justo cuando el psicoanalizante pasa a ser psicoanalista” debe efectivamente, estar por lo menos sorprendido y esta “rendición de cuentas” recién empieza.
Lacan insiste en que toda entrada en un psicoanálisis contiene ya en germen o el germen la posibilidad de este fenómeno, de este acto que acabamos de describir y esto pone en juego nada menos que la transformación del sujeto a través del decir.
« Disons d’abord : l’acte a lieu d’un dire, et dont il change le sujet. »
«Digamos primero: el acto ocurre en un decir, y con ello cambia al sujeto.»
Con esta frase, con la que termino mi intervención del día de hoy, Lacan está diciendo con tan pocas palabras, además de todo lo que dice, que no es poco, está diciendo que este paso no es simplemente una cuestión administrativa o institucional, sino que implica una transformación subjetiva, una transformación física, de la persona que habla, y que este fenómeno solo puede verificarse en la propia experiencia analítica.
Les quiero agradecer muchísimo su atención y paso la palabra a la mesa.