Contribución del estudio de las paranoias al abordaje de las neurosis
24 juin 2003

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CZERMAK Marcel
International

 

Segundo día del Ecuentro con Marcel Czermak, en la jornada de trabajo en el Centro de Arte Viteri, el 25 de junio de 2003. Transcripción: Katia Landín y Jaime Calero. Edición: Marlene Aguirre e Iris Sánchez. Lectura de edición: Magdalena Cuvi

Iris Sánchez: Bienvenidos a la segunda parte de este Encuentro con el Dr. Marcel Czermak. El título que habíamos propuesto, Contribuciones del estudio de las paranoias al abordaje de las neurosis, es un título que se articula también con los puntos que trabajó el Dr. Czermak anoche en la Alianza Francesa y él propone, justamente, proseguir la discusión a partir de su exposición de anoche.

Dr. Czermak: Sí, es lo que propongo, ya que me sé obligado a hacer una exposición que no tengo ganas de hacer y, en la medida en que las cosas de las cuales hablamos ayer me parecen ayudar a la introducción del tema que ustedes proponen, tengo que apreciar las cosas que evocamos ayer, lo que pasó por ustedes ¿mmh?; si no, tendría que continuar de manera un poco ciega. Como veo también que aquí hay muchos jóvenes, que, al final de nuestra tertulia de ayer, estaban buscando juntos una relación con la cual, tengo que decir que al hablar, yo no veía muy bien a donde querían ir, entonces estaría muy bien si empezamos así, ¿les parece? y que no me dejen solo.

Francisco Jaramillo: Bueno, yo le he planteado ayer, y me quedó esa inquietud: ¿qué es lo que usted opina con respecto a la cuestión de esos nuevos grupos que están apareciendo, de estos grupos postmodernos, y desde dónde, podría decir el psicoanálisis que se mantienen? O sea, si no hay algo claro, si es más bien una especie de una mezcla, de sincretismo -llamémoslo así- yo me ponía a pensar cuál es el eje de este tipo de grupos con respecto a su generación, o a su reivindicación, con respecto a la exclusión que sufren. Como veíamos ayer, en muchos de estos casos lo que sucede es que, por un lado tratan de buscar cierto reconocimiento a través de la sociedad, pero a la vez ellos mismos se excluyen. Veíamos así como que esto sería, tal vez, una especie de transición únicamente, o cómo mismo funciona esto?

Dr. Czermak: Sí, ¿qué más?, ¿mmh?

Juan Redroban: Yo quisiera retomar la pregunta que hice ayer. Tal vez puede cobrar más sentido ahora alrededor de algunos temas. Mi pregunta era: hay algunos grupos que se dicen minorías que buscan en la palabra reivindicación, en tanto diferencia, en tanto y cuanto se plantean en base a una idea de la diferencia. El tema de la diferencia, si se plantea como una suerte de contrapunto, quería saber si se puede oponer como usted decía ayer, a la cuestión del absoluto, de la universalización del derecho, se estaría negando sujetos. Esta diferencia, esta reivindicación de las búsquedas como el principio de la diferencia, ¿se plantea como opuesto a esta universalización de la sociedad basada en el derecho? Básicamente lo planteo porque, por ejemplo hay un movimiento, el movimiento feminista, que en la letra, en la ley tienen todos los derechos – tenemos una de las legislaciones más avanzadas de Latinoamérica – pero en la práctica no hay la relación del derecho con la ley. No sé si es plantear las diferencias nada más que como una suerte de equilibrio a la cuestión del derecho. Esa es mi pregunta.

Dr. Czermak: Ven ustedes que están planteando las cosas como si la definición de un grupo fuera la cosa central. ¿Bastará que unos se digan grupo para que sean grupo? Puede ser que sí, puede ser que no. La definición de lo que es un grupo es muy delicada. ¿Qué relación hay entre el grupo de militares, la compañía de infantería y un grupo feminista? Además, con el término feminismo, estaríamos algo ciegos si consideramos que basta con que haya una cola de gente para que se llame grupo, pero desgraciadamente no tenemos otras palabras. Por este motivo embragué del lado por el que tomé ayer.

La pregunta que yo intentaba responder era: ¿cuál es el principio organizador? ¿cuál es el eje?, ¿cuál es el eje de todo lo que hace funcionar al barco? Con ese único ejemplo usted ya puede ver lo que usted llama grupo. Esos son grupos cuyos miembros se caracterizan por el hecho de la recusación de todo grupo; son los únicos cuyo punto común es la recusación de lo que sería, digamos, el principio organizador. Se apoyan sobre un principio que sería una recusación de todo principio organizador, que es el tipo de recusación de lo que puede organizar la subjetividad de cada uno y, entonces, este problema es muy interesante: saber si es verdad que estamos frente a lo que vamos a llamar « los grupos », por falta de otro término, y cuya característica es la recusación de lo que permite a la gente encontrarse en principio con un común, que, ya sea impugnado, discutido o no, le permite intercambiar de tal manera que cada uno sepa de qué se trata para orientarse más o menos en la neblina. Las relaciones humanas siempre crecen en una neblina absoluta y, además, con un esfuerzo para que se manifieste, más o menos, que cuando hablo a alguien intento agarrar este bote en una ola que viene cargada de una significación.

Podemos constatar lo que pasa en estos grupos que precisamente están, no solamente en la recusación de esto, sino que han salido del modo de intercambio, de un modo de relacionarse que ya no es solamente una recusación, sino la pérdida de un principio y, que no tienen ni la menor idea de cual puede ser ese principio.

Voy a tomar un ejemplo un poquito bruto para volver a problemas más directamente analíticos, porque ustedes están planteándolos como se los plantea en la prensa, y los periodistas nunca nos ayudaron a encontrar la clave de las cosas; ellos nos han propuesto problemas interesantes que son macroscópicos y que forman parte de una fenomenología aproximativa. Hay que tomar las cosas de manera analítica.

Ayer hablábamos un poco de los problemas que se proponían a la discusión. Hoy vamos a tomar un problema lógico: si como biólogo yo hablo de una clase que se llama clase de los mamíferos, con el mismo movimiento tengo que excluir a quien no tiene mamas. Quien no tiene senos está fuera. Es una operación de exclusión. No hay clasificación, ni identificación, ni tampoco reconocimiento, sino una operación que simultáneamente es una operación de exclusión. Como ven ustedes, el movimiento inmediato con el que he intentado poner un poquito de orden en lo que hacemos forma parte, inmediatamente, de una operación tanto de inclusión como de exclusión. Imposible funcionar de manera diferente. Y está claro también que lo que hemos puesto afuera, como generalmente lo olvidamos, lo perdemos. También lo sabemos porque tenemos que incluir, no olvidemos que los mamíferos tienen mamas, sean hombres o mujeres y también los delfines. También olvidamos lo que estuvimos buscando al principio.

En el análisis ¿cuál es este X que permite la operación de inclusión y de exclusión bajo la cual funcionamos habitualmente sin saber que estamos sometidos a ella? Tenemos un ejemplo muy evidente como son los pacientes psicóticos, en general, para los cuales la distinción entre lo que está dentro y lo que está fuera no existe de manera obvia. Para ellos no hay ni exclusión ni inclusión y, por la experiencia de estos psicóticos – no estoy hablando de la paranoia, estoy hablando de ciertas psicosis de las cuales podemos aprender muchas cosas – sabemos que hay algo que les falta y que la gente la nombra como Lacan la ha llamado: forclusión del Nombre-del-Padre, o la desaparición del falo o su no instalación. En resumen, esa instancia, este operador, que siempre funciona de manera velada, organiza la vida de las parejas, de los sexos y de los grupos. Este operador, que funciona de manera velada, puede estar ausente o radicalmente ausente y, es ahí que conocemos sus efectos, porque no es un operador que se pueda -¿cómo decirlo?- agarrar como si fuese algo; es un operador invisible y es por eso que podemos llamarlo X. Lo conocemos por sus efectos. En consecuencia, es un operador que solamente podemos alcanzar por una deducción lógica, porque no está fundado por la psicología. Hay ahí un operador y un mecanismo que hace que a veces funcione y a veces no.

Es interesante ver que hay « grupos » que continuamos llamando grupos pero que son muy heterogéneos, grupos que no tienen nada que ver los unos con los otros. Hay grupos que se reúnen como si su único motivo de reunión fuera la carencia absoluta de este X. Por ejemplo, ¿diría usted que los pacientes de un hospital psiquiátrico hacen grupo? ¿mmhh?. La gente habla del « grupo de psicóticos » de un asilo pero ¿diría usted que hacen grupo? Usted puede constatar que por el simple hecho de que ha faltado este X, ciertas personas son enmarcadas entre paredes, paredes de un hospital. De ahí la pregunta, ¿qué impide entonces a unos de caer en un hospital? Los grupos de los que usted habla, por ejemplo, son grupos que están en la carencia completa de este operador; son grupos que, efectivamente, se añaden a los que entran a un hospital, aunque estén fuera de él y, se caracterizan por una fragilidad, una carencia completa de un intercambio, carencia completa de lazo social; es por eso que Lacan decía que los únicos hombres libres que él conocía eran los psicóticos.

¡Ve usted qué prudencia debemos tener con el manejo de estas categorías!

Quiero quemar el problema del feminismo porque no deseo reacciones violentas, yo soy un hombre pacífico.

Pero también si mantenemos firme la cuestión de este X, de este operador que llamamos analíticamente el operador fálico, ya estamos en otro terreno cuando lo abordamos del lado de la haine (el odio), ya sea de los hombres o de las mujeres, de no estar completamente en control de este operador que por definición siempre escapa. Y la queja que puede ir muy lejos, hasta la paranoia: la queja de que el otro detente un poder supuesto que él mismo desconoce, pero que está obligado a devolver. ¿Cómo podría él o ella devolver un poder que por definición lo somete, se le escapa y, además, lo divide?

¿Ven ya el tipo de engaño mutuo que puede perfectamente hacer lazo social de un modo, el modo de la queja que es el tema más antiguo de la vida humana? No sé si alguien ha encontrado sociedades sin la queja de que el otro no quiere devolverme la totalidad que me permitiría llegar a una completud tal en la que, por fin, estaría yo pacificado.

Usted ha planteado un problema muy diferente al precedente, ¿qué hace que, por ejemplo, la problemática histérica sea mucho más femenina que masculina y que la problemática masculina sea más obsesiva que histérica? También ¿a qué está ligado el hecho de que aparentemente la histeria masculina sea cuestionada, en tanto ahora se ven mucho más mujeres obsesivas? Entonces, si consideramos la manera en la cual funciona ese operador, podemos suponer por lo menos que hay algo que se ha deslizado.

Para tomar un ejemplo. Ayer, saliendo de nuestra discusión, hablando con amigos, una amiga involucrada en estos asuntos nos hablaba del código de la niñez y del código de la familia. El carácter fundamentalmente enigmático de este operador ha conducido a todos estos políticos que legislan a hacer cada vez más catálogos que indiquen la manera de conducirse bien, de cómo un padre tiene que conducirse en casa; en definitiva, el catálogo de los comportamientos y también de lo que está excluido del comportamiento, por ejemplo, de cuándo se debe dar una bofetada al chico que pasa la mayor parte del tiempo en la escuela. Entonces, el catálogo del buen comportamiento es tanto para las mujeres como para los hombres, pero el problema interesante que aparece es que si usted obliga a uno -si no será castigado- a obedecer únicamente a un rol, a un papel, a una pared, usted indica con eso que privilegia un rol frente a una función, que no hay funciones que de manera previa estén totalizadas en la misión, y con mayor motivo cuando la misión no está definida. ¿Cuál es la misión de un padre o de una madre? ¿Pueden ustedes responder a esta pregunta? Pero estamos intentando definirla, y un chico puede bajo el código de la niñez, llamar al juez y decir: « mis padres no se conducen bien, no cumplen su rol ». Y el juez se dice: « ¡claro! los padres son malos », el chico tiene razón », y tenemos así la inversión del punto de aplicación de la autoridad; punto de aplicación que se invirtió y que distribuye los lugares de manera completamente heterogénea, de manera completamente diferente de lo que era antes. Ahí estamos ya en otro tipo de neblina.

Hoy día, en nombre de la democracia, cada uno puede escoger su sexo, en función de quién sabe qué deseo o qué carencia de deseo; y digo que si lo validamos, validamos al mismo tiempo el hecho de que pienso que, aún si estoy determinado por motivos que se me escapan y que sé que es así, he creído en la idea de que ya no hay cosas definitivas, etc., etc.

Así, ustedes pueden ver que el operador fálico está en gran dificultad, probablemente por varios motivos, pero probablemente ligado a lo que evocábamos ayer: el triunfo sensacional de la ciencia – que tiene muchos lados buenos también – y este terror del lenguaje, que opera en cada momento desconociéndose, por ejemplo, en el mundo entero lo que implica la reivindicación que crece de manera muy rápida en la creación de « más leyes, más derechos ». Ayer una amiga ecuatoriana nos dijo que en Ecuador hay más o menos 56.000 leyes. Hace algunos años, en Francia hubo una comisión parlamentaria que tuvo que trabajar porque estábamos todos inquietos y descubrió que en Francia tenemos 250.000 leyes. Hay muchas que se podrían echar a la basura pero están en uso.

Esta exigencia llamada de vigencia de más derecho. ¿Qué es esto? ¿Por qué? Se puede entender que son las mismas palabras, porque no tenemos otra cosa, pero no sabemos qué agarramos con las palabras. Cuando digo más derecho ¿de qué hablo? ¿será que hablo de la posibilidad, por ejemplo de intercambiar de manera pacificada con unos y otros, de estar en una relación de pacto? o hablando de más derecho ¿hablo de una arma cargada? ¿un arma cargada, una pistola?.

Debemos tener claro que cuando funciona un derecho del código, eso no es una operación simbólica, ya que es exactamente cuando la operación simbólica ha fallado cuando se recurre al derecho; el derecho es la operación en el real, es un pasaje al acto. Entonces ¿cómo tenemos que entender esta exigencia reivindicativa de más derecho? ¿Será que es el derecho de cada uno de evaluar su propio lugar como más o menos pacificado y asegurarle un horizonte más o menos esclarecido?, o ¿es el derecho lo que viene a tratar a cada uno como si fuese solo un rol mecánico que tiene que ser cumplido en función de directivas cuya meta es, únicamente, una paz social que no se alcanza porque el procedimiento, en sí mismo, fabrica una reivindicación que el derecho no puede pacificar?

Hay una distinción que hacemos frecuentemente con los amigos y que la hicimos aquí hace algunos años. Hay una diferencia fundamental entre un pacto y un contrato. Si yo digo a uno o a una « te tengo confianza », es una apuesta. « Te tengo confianza » significa que sé muy bien que puedes engañarme y apuesto a que no lo harás. Como ven, eso es un pacto. Un contrato es una cosa muy, muy diferente. Uno se pasa la vida firmando contratos de seguros o de trabajo, etc. Contratos que, en la medida en que sé de manera plena que el otro puede engañarme, al contrario del pacto, yo hago la apuesta de que me engañará. Entonces, para protegerme le doy un papelito que tiene que firmar y sólo así estoy tranquilo. Esa es la diferencia, es lo contrario de un pacto. De esto podemos deducir que el crecimiento sin fin de nuestras leyes (doscientas cincuenta mil en Francia) y la exigencia de más derecho, es la firma de la carencia del pacto y del efecto de una carencia simbólica tal, que nos agarramos de la « fuerza armada » que es el derecho.

Como ven ustedes, nosotros estamos llegando aquí, poco a poco, a la paranoia. Usted preguntaba por ejemplo, ¿cómo es posible que aquí en Ecuador, donde la Constitución, la ley, es una de las más avanzadas de América Latina, haya tantas dificultades? Pero éste es un problema viejo. En el año 1996 lo he tratado aquí en un coloquio importante en CORDES, « Ecuador: un problema de gobernabilidad », en el cual el tema del Ecuador era el mismo, y había allí dos norteamericanos, economistas muy simpáticos, que dijeron, como lo dicen siempre: basta con modificar la ley, si se le provee al país con buenas leyes, se pacifica la vida de los pueblos. Me permití hacerles notar que eso es una creencia, porque aquí mismo, en América Latina, tenemos el ejemplo maravilloso del desdichado Mariscal Sucre que, cuando fue honrado jefe de Bolivia con la más bella Constitución del mundo para la época, algunos días después lo mataban a balazos. Entonces la Constitución no había impedido nada. Esto es un ejemplo de lo que acontece en el contrato social, es un problema que da algunas vueltas.

Como lo ven, estamos entrando en una zona en donde, inexorablemente, por un lado me quejo del hecho de que puedo hablar y de que mi palabra nunca alcanza su meta, y por otro lado, lo que es fundamentalmente tratado como un enemigo y con el que tuviera que pelearme, está instalado por mí mismo. Yo lo instalo. Es como esa parte perdida de mi mismo que me va a agarrar, en la cual no puedo confiar y que tengo que controlar. Es una relación muy interesante con el objeto. Es un viejo problema, pero ahora tiene ya su ordenamiento social y jurídico bien instalados.

Como el tema es el aporte de la paranoia a las neurosis, tengo para recordarles algunos puntos a los más jóvenes. Cuando Freud escribió su Introducción al narcisismo, él palpó muy bien -basta con leer el texto- que estaba en una situación delicada, porque tenía que explicar cómo se pasa del autoerotismo al narcisismo. Fue exactamente sobre este punto -donde está el missing-link [eslabón faltante] de la teoría del narcisismo- que Lacan en 1936 habló del estadio del espejo -supongo que todos ustedes lo han trabajado- y que después lo utilizó de varias maneras con el esquema óptico y sus varias modificaciones. Si no lo han trabajado es necesario hacerlo porque es fundamental. Eso indica de manera clara cómo podemos perfectamente detenernos, quedar fijados, o volver a un tipo de formación donde me puedo reconocer en el semejante solamente con la tensión agresiva que yo puedo desarrollar con mi propia imagen, o con la imagen de aquel que me reconoce y yo no lo reconozco; indica también cómo esto funciona luego en esa distinción que es la distinción de la identificación y del reconocimiento.

Ulteriormente, ya que todos estarán de acuerdo en decir que esta imagen especular era fundamental en la instalación del ego del sujeto, vamos a ir al punto en el que Lacan decía que la paranoia era la personalidad, pero lo escribió de una manera muy interesante. Y allí también estamos sobre este terreno de la paranoia, lo escribió: i(a). ¿Cómo leerlo? Es una formulación matemática, una pequeña matriz y podemos leerla de la manera siguiente: que la imagen viste, envuelve al objeto, pero que este objeto está entre paréntesis y cuando tratamos al otro creamos una imagen, pero lo que es de interés es que escondido en esa imagen, involucrado, hay un objeto.

Esta definición es inaccesible, inaccesible, pero como lo indiqué anteriormente, es la indicación de un montaje. Que sea un montaje lo sabemos por la experiencia clínica, no es necesario que nos quedemos exactamente sobre el terreno de la paranoia. Tenemos experiencia de esos pacientes psicóticos que pueden verse en otro pasando en la calle, o que pueden ver su traje sobre otro u otra. Entonces, tenemos la experiencia extraña que tenemos que lograr descubrir porque este objeto para nosotros es de los más enigmáticos y vemos pacientes para quienes la imagen puede correr por un lado y el objeto por otro lado. Entonces, lo que llamamos la imagen del otro o la nuestra propia, es un montaje que ha permitido cierto movimiento para cierta gente y cuya aparente homogeneidad, unidad, es una unidad ficticia.

En la época del esquema óptico, Lacan no había elaborado muy bien la cuestión de qué era este objeto que ulteriormente, llamó, el « objeto a » y del cual decía que era su única invención; exageraba bastante. Pero cuando alguien me pregunta ¿qué es este objeto pequeño a? -porque es muy difícil señalarlo-, a manera de chiste yo respondo que es muy simple, que se trata únicamente de escuchar al melancólico: « soy la mayor mierda, tengo que desaparecer del mundo, el mundo entero está desgraciado por mi causa, yo no lo soporto, yo ya no sufro ni siento nada, son los otros los que están afectados ». Entonces la química del melancólico nos da en forma clara y directa la definición de este objeto: es un objeto que curiosamente es un objeto que habla de manera muy clara; un objeto hablante; el único objeto verdaderamente hablante que da la definición de este objeto que habitualmente está velado y podemos siempre, frente al melancólico decir: « no es tan grave, no es tan malo ». Pero el efecto es nulo, nulo, porque él dice la verdad. ¿Cuál es este tipo de objeto, cuál es este tipo de objeto que no está afectado pero que afecta a los otros? Y si ustedes agregan a esto la punta extrema de la melancolía que se llama el « síndrome de Cotard », los que sufren de este síndrome son personas de quienes los autores franceses antiguos hablaban de « pérdida de la visión mental », porque son sujetos que ya no ven, que no han perdido la percepción, que el aparato perceptivo funciona, pero que no ven. Es claro que quien está en la posición de objeto, no tiene ya imagen porque está incluida en él.

Hay una paradoja en la cuestión de la paranoia cuando la tomamos del lado que estoy intentando tomarla. Por una parte, la paranoia indica la más pura y la más frecuente de las estructuras de las psicosis, y por otra, es también la estructura más universal del ego; esa estructura del ego que vale para cada uno. ¿Qué pasa cuando presenciamos por ejemplo – y que parece ser una experiencia común – reacciones auténticamente paranoicas en gente que nunca había dado el menor indicio de que ese fuera su caso? Para mucha gente basta con que el soporte habitual de su fantasma sea sustraído para que, de manera contingente, aparezca una reacción paranoica en el lugar del soporte del fantasma sustraído al sujeto. Esto ya nos indica la manera habitual de un sujeto cuando está en dificultad con lo que organiza su mundo, quiero decir, su fantasma. Cuando está en dificultad con su fantasma, que se ha sustraído de su soporte, la manera de responder a esta dificultad es tratar la relación con el otro bajo el modo del i(a), y debe tratarlo de manera especular.

Tenemos la experiencia de las reacciones paranoicas mucho más frecuentes en las poblaciones emigradas y, si bien no habíamos hablado, es un problema muy interesante porque también toca directamente a la cuestión fálica. Tenemos la experiencia creciente de un tipo organizado de regulación social; no sólo hay que pensarla bajo el modo y la aprehensión de la dificultad que tenemos de pensar nuestra propia realidad, sino también hay que pensarla del lado de la imagen especular. Es lo que decíamos ayer sobre esta simetría de las relaciones de lugar, esta conmutabilidad de los lugares, etc. etc. Si estamos de acuerdo al decir que es un componente esencial para cada uno, no podemos sino preguntarnos en relación a los sujetos neuróticos: ¿qué hace que ese tipo de reacción validada también en la vida de los pueblos y naciones esté creciendo? En particular, bajo ese orden que evocábamos ayer noche de lo que sería un tipo de goce ordenado por el derecho, que sería idéntico para todos, tanto para hombres y mujeres, como para uno y otro país; ese imperativo de que cada uno goce de la misma forma.

Puede ser que en este abordaje de las neurosis esta cuestión del i(a) nos sea una llave muy importante cuando tengamos que interrogarnos sobre lo que nos está ocurriendo, porque en estos grupos de los cuales estoy hablando hay muchos que no son muy nuevos. Los mecanismos que están implicados allí no son muy nuevos. E incluso si no son muy nuevos, hay grupos organizados con el principio de un goce máximo, pero no tienen una gran originalidad en nuestras vidas, porque nuestras vidas están también organizadas por la publicidad sobre el modo de « ¡goce más! ». No estamos sólo en la problemática del rechazo generalizado sino del imperativo de goce. En la medida en que el goce está organizado alrededor del rechazo, ¿que tipo de sujeto es fabricado cuando está impulsado por un imperativo que es un imperativo de goce? De todas maneras los publicistas lo han entendido muy bien. Los especialistas de comunicación de los gobiernos también lo han entendido muy bien. El privilegio dado a una imagen con la cual cada uno tendría que identificarse y verificarse en un tipo de look, de apariencia, con la cual cada uno tendría que cautivarse con la fuerza de un imperativo. Es por esto que ayer decía que puede ser que estemos viendo la aparición de cosas extrañas que no acabamos de evaluar.

Si queremos ir un poco más lejos, puede ser que hablemos de esto en la tarde; la cuestión enigmática de la pulsión, una de las más difíciles del psicoanálisis. Olvidamos siempre el hecho siguiente, es de Lacan, fue al fin su idea. Un día él dijo que un loco, un psicótico, un esquizofrénico, es alguien que no tiene discurso para organizar sus órganos en función. Esto indica la incidencia directa del discurso sobre el funcionamiento orgánico y de esto podríamos dar varias ilustraciones. Por ejemplo, ustedes, todos, han notado estas modas crecientes en los últimos años, el piercing, que son esas incrustaciones. Ustedes pueden notar que todas están instaladas en orificios naturales que pueden ser orificios opcionales. Si ustedes lo quieren hablaremos de esto esta vez, pero esta pequeña frase de Lacan indica, por lo menos, que no hay ninguna naturaleza del funcionamiento orgánico de nuestros orificios y ustedes conocen a los psicóticos que intentan comer con la oreja, que son fecundados por la nariz o que por una palabra se desencadena un embarazo. En consecuencia, es un tipo de desespecificación de la función orificial, tanto del lado del objeto como del lado del hoyo, al cual el discurso se conecta solamente por lo que Lacan llamaba el « favor anatómico ». Conocemos gente que se hace hoyos en otros lugares y que desembocan en otros lugares que la boca, entonces surge esta pregunta: ¿De qué se trata en este tipo de hoyo?

Bien, ésta es mas o menos la forma en que yo quería intentar abordar la cosa, pero lo hago de manera vacilante porque no nos conocemos muy bien y parece necesario que tengamos una idea de nuestro terreno compartido. Uno de los ejes esenciales de la paranoia es el hecho de que lo que pasa en el mundo tiene una significación personal. Esto es algo muy frecuente. Cada uno tiene tendencia a dar sentido a lo que escucha. La diferencia entre la paranoia y la neurosis es que para el paranoico el sentido personal es siempre el mismo, pero puede ocurrirle a alguien que no esté en esa dimensión que, por motivos de sustracción del fantasma, la significación se torna una significación sorda, la del imperativo: « ¡goce! », quiere decir que goces, lo cual es un imperativo psicótico.

Ustedes hablaban de la reivindicación en la diferencia, claro, porque si hay una reivindicación en la diferencia, eso significa que somos todos hechos de la misma manera, pero no sabemos qué diferencia queremos, ya que hay tantos transexuales masculinos que quieren ser diferentes para, en fin, ser diferentes. Llamamos diferencia, pero nadie sabe lo que es una diferencia. Para saber lo que es la diferencia se tiene que saber cuál es el ordenador, el operador lógico que hace -y ésta es una propiedad del lenguaje – que el lenguaje sea discriminatorio. Tenemos primero la discriminación, porque el lenguaje participa del factor de inclusión y de exclusión simultáneamente. Ya sabemos que algo ocurre cuando el falo desaparece. ¿Qué es la diferencia? Entonces se puede tratar de exponer una reivindicación de la diferencia en relación a la manera con la cual tal o tal grupo está en relación con la función fálica.

Esta mañana decía que evoquemos esta matriz esencial que vale tanto para los neuróticos como los paranoicos, para los psicóticos de manera general, y que es esta matriz que se escribe i(a), la imagen especular. Para que podamos preguntarnos qué podemos hacer con esto, quiero decir, qué podemos aprender sólo con esta pequeña matriz. Si es exacto que significa que la imagen siempre, ¡siempre!, en los casos de neurosis, la imagen viste al objeto, podemos preguntarnos qué ocurre cuando el vestido cae. Es por esto que no voy a privilegiar nuestra visión clásica de la paranoia, sino acentuar algunos fenómenos con los cuales generalmente no sabemos qué hacer, que son fenómenos que podemos decir que son…que pasan… a través del campo general de las psicosis, pero también de las paranoias, porque ustedes saben muy bien cómo la melancolía puede…se dice siempre que es el revés…que el revés de la melancolía es la manía. Pero si prestan un poquito de atención, verán que no es completamente exacto y que el revés clínico y teórico de la melancolía es mucho más la paranoia. Es un hecho de mi experiencia.

¿Qué ocurre cuando el vestido del objeto cae? Yo evocaba esta mañana estos casos en los que la gente puede notar que la imagen va por un lado y el objeto por otro. Pero voy a tomar una cosita…ustedes saben que hay problemas que quedan como esos armarios arqueológicos con los cuales no sabemos qué hacer. Despiertan curiosidad pero con el problema de que tenemos teorías generales para varios fenómenos o para todo, en el camino hay problemas con los cuales no sabemos qué hacer y, si ustedes leen francés y leen la enciclopedia médico-quirúrgica en el capítulo delirios crónicos, trabajo muy bonito escrito por el profesor [?], él dice allí que hay casos con los cuales no sabemos qué hacer, que hay el síndrome de Fregolí, el síndrome de Cottard, el transexualismo… de lo que hablaban ayer. ¿Qué vamos a hacer con todo esto? Son una simpática cuestión de museo. Entonces vamos a ver lo que podemos hacer con nuestras piezas arqueológicas, en la medida que si conseguimos entender un poco de lo que se trata en estos síndromes extraños, quizás sea útil para entender, tanto problemas que están en relación con los delirios crónicos, como problemas en relación con las neurosis.

El síndrome de Fregolí es una cosa muy chistosa. Se llama el síndrome de Fregolí por el siguiente motivo: en el inicio del Siglo XX en París, en el teatro, un actor italiano famoso -Fregoli- durante el tiempo de una misma presentación, cambiaba de traje más o menos unas cien veces. Desaparecía y reaparecía, hacía desfilar personajes muy heterogéneos: un viejo, un joven, una mujer, un hombre. Era siempre el mismo actor vestido de manera diferente y con una postura diferente. Este actor tuvo mucho éxito, pero él no sabía la ayuda que iba a dar a los médicos con lo que allí descubrieron mas o menos en 1926. Casi el mismo caso es el caso parecido de una mujer, pero con esta particularidad: cualquiera fuese la persona que entrara en su campo, la identificaba como siendo la misma, ella siempre encontraba la misma persona con apariencia y vestidos diferentes. Esto fue llamado el síndrome de Fregoli, del cual yo hablaré rápidamente.

Esto tenía una especie de lo que dos, tres, cuatro años antes todos habían de describir como el síndrome de ilusión de los sonidos y que era exactamente lo contrario de lo que acabo de indicar.

Noten bien: la tesis de Lacan [1] es de 1932, el estadío del espejo de 1936. En 1927, cuando Lacan era residente del hospital Sainte-Anne, este caso del síndrome de Fregoli era una novedad sobre cuya identificación había charlado mucho la gente. Entonces -la notación postergó un trabajo- la imagen viste al objeto es muy exactamente su traducción, podemos decir matemática, y es el símbolo que podemos traducir diciéndolo así: cualquiera que sea la persona, o sea la imagen que tengo en el campo, viste al mismo objeto, es decir, que el traje viste al objeto que es siempre el mismo. Entonces, lo que el sujeto identifica en este caso es un objeto que siempre, siempre es el mismo. Supongo que ustedes están viendo el interés de la cosa ¿mmhh? El acento está puesto sobre la fijación del objeto que viene – ¿cómo decirlo? – a agarrar al sujeto en cualquier lugar que esté y, más allá, le da siempre un mismo nombre: es Fulano o Fulano. Otro ejemplo: últimamente atendí a una mujer que se dice perseguida por el profesor de arquitectura y así lo encontraba en la calle de manera permanente, hasta el punto de que al venir a consultarme se preguntaba si yo no era ese profesor de arquitectura, siempre el mismo…puedo moverme y siempre será el mismo. Entonces se tiene una imagen cada vez diferente identificada siempre con el mismo objeto y cualquiera que sea esta imagen lleva siempre el mismo nombre. En el caso de la mujer que sirvió para la descripción del síndrome de Fregoli….se lo llamó así, síndrome de Fregolí, porque ella hacía un neologismo muy bonito, decía que la gente en la calle estaban todos « fregolificados ». Así es la ilusión de nuestros días y que es exactamente la demencia.

Ahora, tomemos esta segunda pieza arqueológica llamada el síndrome de Cottard. No se si ustedes saben lo que es, puesto que es una pieza de museo. Quizá no lo recuerdan porque fue descrito por un francés, de allí que, por motivos nacionales, quien no sabe lo que es el síndrome de Cottard, falla en los concursos, incluso si nadie sabe cual es la significación del tema.

El síndrome de Cottard, puede ser que algunos de ustedes lo hayan encontrado, en todo caso son escasos, generalmente no aparecen, son los que se consideran como eternos, muertos y vivos, muertos y vivos a la vez. Un sentimiento de inmortalidad y, como no están ni muertos ni vivos, o son muertos y vivos, suplican que los maten, pues no hay dolor mayor que estar en la eternidad, en el más allá sin sentir nada. Lo esencial del cuadro es que son gente que dice que no tienen corazón, que los ojos están tapados, que los órganos no funcionan. En la primera descripción que se hizo de este cuadro, la mención que versa es la de un caso donde la paciente decía lo siguiente: « la persona de mi mismo no tiene nombre ». Como verán ustedres es una negación generalizada en relación con todas las pulsiones, con todos sus orificios y hasta la negación de la vida y la negación incluso del nombre propio.

Este cuadro, como lo ven, fue calificado de manera muy exacta de hipocondría mayor, y la experiencia mostró, en el inicio, que este tipo de cuadros se encontraba principalmente en melancolías que habían evolucionado mucho tiempo y que eran un tipo de estado completo de la melancolía.

También estos sujetos se quejaban de lo que en esa época fue llamado -fue algo muy grande a fines del siglo antepasado, el siglo XIX- « analgesia dolorosa » y que significaba que no hay mayor dolor que no estar afectado por nada. Cuando se pone un poco de atención, se ve que esto, este tipo de cuadro, de muerto y vivo a la vez, etc., etc., tapado en todos sus orificios, estamos en el caso que podríamos o deberíamos llamar con un término que Lacan utilizó una vez en el caso del presidente Schreber en los Escritos: la muerte del sujeto, es algo muy enigmático. ¿Qué significa la muerte del sujeto? ya que está ahí, pero lo niega diciendo que está muerto y que suplica que se lo mate.

Este cuadro se puede encontrar si ustedes ponen atención -aún si no es muy frecuente y es hasta bastante raro- en casi todas las psicosis, ya sea en el inicio o en períodos agudos. Como esta mañana yo les había hablado de la melancolía -y quiero hacerles notar como lo hice esta mañana- que cuando uno se pregunta qué es este objeto llamado « a » por Lacan, la mejor manera de esclarecer este objeto es examinar la melancolía, no como solemos hacerlo, porque entonces estamos perdidos entre el duelo y la melancolía. Deben considerar que el melancólico es un objeto que habla de manera nítida, por un lado se vuelve muy presente y por otro lado es más irrisorio, porque este objeto viene a infectar el universo entero, es la plaga de cada uno que se torna insoportable y que suplica que se lo elimine.

¿Cómo definir mejor este objeto que no se puede alcanzar y alrededor del cual estamos girando siempre y que, en general, el neurótico desconoce? Estos casos y hasta el caso de Cottard, ponen en claro la función de un objeto que, por una parte, del lado del neurótico está escondido, pero por otra parte, en los casos de los cuales estamos hablando, está develado. Ustedes pueden ya observar que el melancólico, síndrome de Cottard, sería la aparición hablante de este objeto, y del lado del síndrome de Fregoli domina ese rasgo de la imagen que cambia cada vez, pero que siempre esconde un objeto evidente. Mientras que en el caso de Cottard, en la melancolía, el objeto está tan develado que no hay más imagen y los pacientes se quejan de que cada cosa que pasa frente a sus ojos -como no tiene ya ninguna significación- se quejan de lo que los antiguos habían llamado la « pérdida de la visión mental ». Quiere decir que es un tipo de ceguera muy particular, porque si bien las funciones no están destruidas, sin embargo, la función no funciona: lo que aparece en mi campo, como no tiene significación, no lo veo. Y los que han frecuentado hospitales psiquiátricos recordarán a esos pacientes que andan por las calles donde, si usted está en el automóvil, el paciente se le atraviesa si usted no se detiene primero.

Como lo ven ustedes, podemos tener para bastante tiempo con esta historia del i(a). Podemos por ejemplo intentarlo, a propósito de los problemas de « transgénero »…. ustedes me dan ideas curiosas, aunque fue ya la idea del profesor Jean Thierry Laurent (?) la de los problemas de transexualismo. Si no fuera desagradable, yo les preguntaría ¿a qué llaman ustedes problemas de transgénero? Como tengo una pequeña idea del asunto voy a abordarlo en la medida en que fue inventada esta categoría extraña del « género »[el Dr. Czermack ríe a carcajadas].

¿Quiénes son los transexuales? porque existe el problema. Estos hombres, -ocurre también en mujeres- pero es principalmente una patología masculina.. … [cambio de suministro eléctrico] Es la segunda vez que estas cosas me ocurren en Ecuador, la última vez fue en la Universidad Católica de Guayaquil, cuando el anfiteatro se apagó y continuamos en la noche [2] [el Dr. Czermack ríe de nuevo]. Parece haber una conspiración a propósito.

Decía entonces: ¿Qué son estos hombres que dicen: « soy una mujer »?. No tengo la intención de hacerles un curso sobre el transexualismo sino para indicarles algunas cositas que tienen mucho interés.

– Soy una mujer.
– Bien, ¿qué tiene usted de una mujer?
– Tengo la mente de una mujer.
– Pero, ¿qué es la mente de una mujer?
– Soy más gentil que los hombres, soy más suave.
– Pero hay hombres que son muy suaves y mujeres que son un poco difíciles.
[Risas en el auditorio]
– Yo tengo todo de una mujer y mire, yo me visto como una mujer y si estoy vestido como mujer…
– Entonces ¿qué quiere usted de mí?

Y ahí las cosas empiezan a ser interesantes porque lo esencial es que quieren ser nombrados, llamados mujer, lo que importa mucho más es que le sea cambiado el nombre, pero también reivindican la castración, que se les corten los genitales. Entonces son gente que están en la imaginación -podemos decirlo así- del cuerpo propio tal, que la imagen especular que tienen de si mismos es una imagen femenina con un obstáculo, el obstáculo que el pene opone a la imaginarización. Piden así que les corten los genitales, cometiendo un error, confunden un símbolo con un órgano, un significante con un órgano. Ustedes pueden ver que si mantenemos el curso de nuestra pequeña matriz inicial, estamos en el privilegio de una imagen pura con un símbolo tratado como un objeto cuya presencia lleva consigo la exigencia de su eliminación. Es por esto que yo había utilizado hace algunos años un término un poco contradictorio, que es el término de « hipocondría fálica », y solamente cuando ustedes hablan un poquito más con ellos, en vez de caer en la trampa de la prensa, pueden darse cuenta de que ellos indican, indican muy bien que quieren solo una cosa: estar completamente fuera de la cosa social, y quieren ser mujer. Si pregunto a una mujer ¿para quién quiere usted ser mujer?, puede ser que la mujer responda: « para usted », « para su esposa », ¿quien sabe? Pero en el transexual la respuesta de « quiero ser mujer » es « para mi mismo »; tal vez ser mujer para estar en un lazo con otro pero es un cortocircuito autoerótico, un goce que es un goce principalmente cutáneo y siempre que se viste de mujer, siente que el vestido es como una nueva piel y que el sujeto está centrado, colapsado al vestido.

Bueno, ustedes ven en este tipo de cuadro el privilegio dado a la imagen que permitiría al sujeto centrarse en puro velo con este punto desagradable del objeto hipocondríaco que representa el falo, y que entonces es la perfecta llegada a este punto en donde sería una imagen pura, y ustedes conocen el exhibicionismo general de los transexuales. No es por casualidad que sean tan frecuentes en los cabarets. No conozco los cabarets ecuatorianos, pero supongo que son muy parecidos a los de Francia. La verdad es que se importa mucho también.

Como lo ven ustedes ya, con esta pequeña matriz de i(a) podemos encarar varias cosas, y que de cierta manera, todas giran alrededor de la cuestión del objeto, y todas giran en torno a la cuestión general de la hipocondría. Si hablo de todo esto es principalmente porque ustedes querían que hablemos del interés de las psicosis en relación con ciertos problemas de las neurosis, y porque como lo ven, estos cuadros tienen el interés de abrirnos los ojos sobre problemas que habitualmente están escondidos para el neurótico. Porque para nosotros, en la medida en que somos neuróticos, son problemas que están velados, en los cuales nunca podríamos pensar espontáneamente, y somos incapaces de pensar que estamos fabricados de manera muy específica, fabricados por pedacitos, cuya unión y cuya homogeneización nos da la ilusión de una unificación en tanto y cuanto nuestra percepción es un montaje, y que la realidad que nos aparece es una arquitectura bien específica. No hay nada de espontáneo en nuestra manera de funcionar.

Cuando yo hablo de la hipocondría, es como de un fenómeno general de las psicosis, porque lo uso de una manera muy estricta, en ningún caso del lado de las neurosis. Y digo lo que es una verdadera hipocondría, una hipocondría legítima. Una hipocondría es la certeza de que un objeto viene a obturar un órgano. Ya sea que ese órgano sea el tubo digestivo, ya sea la visión, o la boca, este objeto se mueve en todo el cuerpo para entrar por un lado y salir por el otro y nunca se puede agarrar. De ahí la queja de un sujeto que se considera tapado por un objeto que tiene esta particularidad: ese sujeto tiene la certeza de que está tapado. Se lo puede radiografiar y no se hallará nada. Se trata siempre del objeto « a », del cual hablábamos hace poco. Y las cosas en estos casos llegan hasta el punto de que las funciones no funcionan. Esto para indicar esta cosa que nunca nos es evidente, para tomar esto del lado siempre difícil de la pulsión.

Consideramos como natural que nuestras funciones digestivas, si no hay ninguna lesión, puedan funcionar. Consideramos como normal que cuando comemos, cuando podemos reír, es como si hubiera una espontaneidad en el funcionamiento del organismo. Estoy hablando de los hombres y de las mujeres porque nunca nadie ha encontrado un síndrome de Fregoli del lado de los perros, los perros nunca se equivocan, saben reconocer un alimento. Es una patología a la cual los animales son perfectamente extraños y por eso no se engañan en relación a la comida, los olores, etc.

Ustedes como yo, vivimos con la idea de la naturaleza de nuestra función, de nuestras funciones. Ustedes pueden encontrar del lado de las psicosis gente que va a demostrar precisamente lo contrario con este problema del objeto. Conocen muy bien ese problema de los maníacos y también de ciertos esquizofrénicos, para los cuales, en tanto la función no funciona, no hay diferenciación, mientras que para cada uno de nosotros tenemos una especificación oral distinta. Cada hombre, sabemos, tiene sus gustos alimenticios que son muy difíciles de desplazar, su ritmo de comer, su manera de respirar y de hablar, prueba de que tenemos todos una especificidad muy sutil que puede parecerles natural.

En los casos que estoy evocando, los maníacos, los esquizofrénicos, son gente que ya no tiene una especificación oral. Son gente desespecificada desde el punto de vista de la oralidad, y los que han frecuentado los hospitales conocen muy bien a esta gente capaz de beber orina, detergentes, comer piedras, etc. etc. No tienen ya ninguna especificidad del objeto oral y tampoco una especificidad del orificio utilizado; son los que pueden comer por las orejas, o los que evocaba esta mañana, que son capaces de vivir un embarazo únicamente por las orejas.

Entonces, esa desespecficación, tanto de la función de los orificios como del objeto, nos indican en revés de por qué milagro tenemos este tipo de especificación que tenemos. Estos casos tienen el interés de mostrarnos, en su propia desespecificación, que para estos sujetos, los orificios diversos y especializados son fundamentalmente un solo orificio, el único que cumpliría por si mismo todas las funciones de ingestión, de excreción, de fecundación, etc. etc. Esto pone el acento sobre el hecho de que para el ser humano los orificios son fundamentalmente un orificio, único, y que esto nos coloca ante esta pregunta extraña: ¿por qué camino se opera esta especificación habitual que permite que uno no se equivoque con las orejas, los ojos, la boca, el culo?, lo cual me permite llegar a otro problema directamente ligado a lo que acabo de decir.

Ustedes se acuerdan cómo llegó el problema con que se encontraron los objetos perdidos en la teoría analítica. Toda la dificultad que Freud tuvo alrededor de eso y también cómo fue elaborada progresivamente en la teoría llamada de los objetos parciales y de las pulsiones parciales. Lacan respondió a esto que las pulsiones no son tanto parciales, como parciales [3]. ¿Se entiende la diferencia entre partial y partiel en francés? Si yo digo en francés « soy partial » es que tomé partido. Y « partiel » como que es una parte de. Esto permite este matiz de mi parte, que nuestras pulsiones, por un milagro que merece ser analizado, se enganchan a un orificio que tomó partido. Los casos que evocamos ahora indican que hay gente para la cual los orificios no tomaron partido. Los orificios toman partido y Lacan hasta tuvo esta frase, que yo no sé si él mismo se dio cuenta de lo que decía: que las pulsiones se enganchan en los orificios por favor anatómico. Como las mujeres lo saben, hacer un favor no es una obligación. Entonces, favor anatómico no es un imperativo. Esto puede esclarecer un poquito el hecho de que nuestros orificios naturales no se enganchan en el hecho del lenguaje y además conocemos gente que se vive tan redonda, que va hasta el punto de hacerse huecos en la cara, o que pueden dar la impresión de que están subvirtiendo a los orificios. Como lo ven estamos ya en un tipo de anatomía fantástica que habitualmente nos está completamente vedada, aún si los hechos están frente a nosotros, y que debería ayudarnos en el abordaje de ciertos problemas de neurosis.

Ayer, por ejemplo, evocábamos el problema de la xenofobia en la discusión. Ustedes ven muy claro cómo la cuestión del objeto llamado « a » es esencial, en la medida en que el vecino, el que se presenta en mi cama, puede ser perfectamente vivido como esta parte de mi cuerpo llamada « a », que no cayó de mi cuerpo, que tengo que eliminar como si yo, siendo un hipocondríaco, querría cortarme la mano. Esos grupos humanos importantes y que se viven como completamente tapados, ¿tapados por qué? Entonces, cómo los problemas del objeto « a », del objeto hipocondríaco alrededor de la imagen, del velo, los problemas que evocamos ayer noche, son problemas esenciales y debemos tratarlos de manera que no sea esencialmente sociológica.

¿Qué me ocurre cuando uno o una que esté en mi campo visual, o hasta cuando no esté en este campo, me esta tan presente que determina en mí un sentimiento de completud intolerable, hasta el punto en que yo tenga que eliminarlo? Ustedes pueden notar que en los hechos de la persecución racista es siempre el mismo al que encuentro en la calle, son siempre los mismos los que me quieren mal, los que me tapan, etc., etc., es un tipo de juego muy interesante.

Esto es para indicarles algunos problemas que estos hechos de psicóticos permiten, en la experiencia de nuestra espontaneidad de neuróticos, enseñar y aprender por un lado, a condición de que les demos su verdadera significación, y por otro, estos fenómenos sociales muy interesantes que son los que les preocupan tanto, estos del transgénero que es un verdadero problema porque ¿qué ocurre para que ciertos países sean casi fabricantes de transexuales y que otros los importen? Es decir, si ustedes tienen una respuesta a esto, les pido me la hagan saber, pues hasta ahora no lo tenemos bien dilucidado, pero supongo que es un problema que gira, como siempre, alrededor del problema del falo y que a medida que caemos en sociedades que gracias a las ciencias estarán sin residuos subjetivos y serán sociedades bien llenas o bien transparentes, el tipo de problema sexual que va a aparecer será la exigencia de estar aliviado del órgano dañino.

Ya está. ¿Nos detenemos ahí? ¿Si? Bien.

Francisco Jaramillo: Con respecto al síndrome de Cottard. ¿Cuál es su experiencia clínica en relación a los migrantes que vienen de otras culturas? ¿Qué ha podido ver usted, de alguna manera…? [inaudible el resto].

Dr. Czermak: Les digo que este síndrome es muy interesante para que podamos pensar el problema del objeto en el otro, dada la manera mediante la cual somos un objeto en el campo del otro. Porque no hay ninguna razón para que…por qué sería yo hostil al otro, si no por motivos fundamentalmente ligados a mi propia estructuración. Porque yo estoy inscrito en el campo del otro, porque mi propia vida pasa por la inscripción de este campo, y porque el problema que ocurre es lo que este campo viene a desarmar. Espontáneamente no hay motivo para que un hombre, cualquiera sea su color de piel, venga a deshacer la familiaridad de mi campo. Entonces me temo que solamente puede ser examinado mediante algunos instrumentos muy precisos como son: el lugar del Otro, y que si hablo, hablo a un lugar que está mucho más allá de la persona a la que estoy hablando. Es cuestión de semejante, pequeño a, cuestión del objeto, qué es un objeto para un hombre, en la medida en que ese objeto es un objeto paradójico, que no tiene ninguna naturaleza. Es decir que en el hombre, contrariamente al perro, el objeto nunca es el bueno y cuando es el bueno solamente tiene una idea: eliminarlo.

Problema del falo que permite que los hombres y mujeres se reproduzcan. ¿Qué pasa cuando esta instancia está trastocada? No sé si hasta ahora hicimos el esfuerzo de intentar ver los problemas con este tipo de instrumento. Como ayer intenté indicarles es un juego que podemos ensayar.

¿Qué pasa para que haya ahora tantos anoréxicos? ¿Qué pasa? ¿Cuál es el tipo de subversión oral? ¿Qué tipo de subversión en la función, tanto de la palabra como de la comida? ¿Qué pasa para que haya tantas chicas que, por un lado ya no coman y digan que ya no tienen hambre, y por otro lado tengan los mismos problemas con los hombres? No podemos olvidar que el problema sexual es el mayor problema de la medicina y que por este problema de la función del objeto oral, de la palabra y del sexo, es tan flagrante y, en consecuencia, de poblaciones enteras. En Francia el número de anoréxicos y obesos ha crecido el 18% en tres años…terrible, porque en tres o cuatro años será como en New York. ¿Qué pasa? Por eso es que estoy insistiendo sobre esto.

Si no tenemos una idea sobre la función del objeto y su especificación más o menos oral con la función fálica, de la manera mediante la cual una mujer y un hombre pueden ponerse en intercambio tanto familiar como sexual, estaremos como marinos remando sobre arena. Y son problemas que tenemos que tratar desde el punto de vista individual (que son los pacientes), pero también cuando el problema llega a la altura de problemas sociales. Se trata de que hay algo que ocurre en el mundo y que no está ya en las manos de un tratamiento individual y, entonces, es necesario que se interese toda la sociedad.

Quien viene del interior también puede ser un inmigrante en su propia tierra. Por ejemplo, papá, buen padre, que va a buscar trabajo, vestido como todo el mundo, en tanto que mamá se queda en la casa. Entonces a medida que el tiempo pasa, aparte de quedar en una especie de lo que sería « su casa », él tiene que obedecer cada vez menos a sus propios abuelos. Poco a poco es la mamá que se torna en el pilar del hogar, la que recuerda los deberes que se tienen con sus abuelos, que se tiene que pagar a los abuelos; ella empieza a quejarse del marido, que está en la traición hacia los abuelos.

Por un lado el papá quiere que el chico aprenda, que se vaya a la escuela, que tenga las llaves o claves que le permitan integrarse, pero entonces, cuando el chico encuentra al papá, el papá está siempre escondido detrás de su pared en relación a los abuelos y no tienen ya nada que decirse, son extranjeros el uno para el otro. En el momento mismo en el que el padre quiere que el hijo se integre resulta traidor de los propios abuelos, en tanto el chico considera que su propio papá es un nuevo tipo. Entonces la cuestión del falo se plantea. ¿Cuál es el falo que opera ahí en el seno mismo de la familia? ¿El falo que acoge una copia del falo abandonado de los abuelos? ¿A qué maestro obedecen los unos y los otros? ¿Qué precio se paga en esa relación? Y eso es un problema mundial, una de las características de nuestro mundo es estudiar las especificaciones de estas personas desplazadas.

Lo que me asombró siempre es que estas coyunturas -que ahora están mundializadas- sin embargo todavía permitan a la gente todavía reproducirse, continúan haciendo el amor…¡milagro, milagro! Pero tenemos más, como lo decíamos ayer, las toxicomanías, los pasajes al acto con violencia en estas dificultades con la diferencia… porque claro, pongan en el mismo plato a un buen cristiano, a un budista, a un musulmán, pegados a sus padres, necesitan mucha civilización para concederse que cada uno no tenga el mismo padre, que no es indispensable, que no hay reencarnación…

Esto es un problema directamente ligado a la paranoia. ¿Será que un hombre puede obedecer a dos maestros cuyas directivas se excluyen íntimamente? Si no concibe qué precio paga, si no lo concibe es porque la lógica de la sexuación no es una lógica que permita fácilmente las cosas, porque no se pueden mezclar fácilmente lógicas heterogéneas en el sexo. El resultado son pasajes al acto que frecuentemente olvidamos que son pasajes al acto, aunque no sean necesariamente ruidosos, pues pueden ser reacciones de huelga subjetiva: « ya no estoy, desaparecí ». Entonces allí « me hablan y no estoy » y « como no tengo lugar desde donde responder, desaparezco ». Estoy desaparecido del lugar llamado a responder, faltando en el lugar de sujeto. Y entonces si le digo que él tiene que responder, que tiene que gozar como cada uno, que tiene que responder, al final puede reaparecer pero ¿cómo? Puede reaparecer bajo la forma de un gangster: « ¡el chico mató y no se entiende porqué! » Y todo el mundo le decía que tenía que responder desde el mismo lugar de donde desapareció. Después piden a los peritos que digan si el chico es responsable o no. Supongo que hay sitios en donde hay muchos más pasajes al acto como estos, claro, pero el fenómeno está generalizado.

Ustedes estarán de acuerdo en que partiendo del i(a), del fantasma, etc, esta tarde hayamos llegado a hablar del problema de la pulsión, que es un programa muy difícil, pero que creo que tiene relaciones directas con lo que tratamos, en la medida en que podemos también cotejar con otro. Por ejemplo, podemos tomar uno de los ejemplos clásicos: ¿por qué hay tanta anorexia y bulimia en este mundo? ¿Cuál es esa subversión de este orificio complejo de la boca?, etc., etc. Si ustedes quieren, podemos sentarnos a hablar un poco de esto… ¿mmhh?

Tengo que contarles que hace algunos años unos colegas míos querían darme el encargo de organizar un congreso con el tema de la paranoia y yo no quise, porque no me pareció un buen tema. El buen tema ahora sería « actualidad y límites de la paranoia ». Ahora podemos apreciar la extensión importante de este campo. Es un campo que es el campo del odio, del temor y del temblor. En este punto límite de estar ligado al odio y al temor, cuanto más nuestro mundo intenta hacer uno, unificarse, tanto más se producen automáticamente explosiones de este odio. Y esto es lo que me hace pensar que la pequeña matriz del i(a) es una matriz fundamental. Hablaremos esta tarde, en nuestras discusiones, de lo que se puede hacer con esa pequeña matriz del lado de algunos síndromes muy interesantes y muy elocuentes, así como también debería ayudarnos a pensar un poquito nuestra propia realidad.

Gino Naranjo: Quería hacer una pregunta. Esto que usted dice del psicótico y el lazo social, justamente al interior de la institución psiquiátrica local tenemos problemas familiares, hijos, medio médico; se trata justamente de hacer algo con ese grupo, con esas personas para que hagan grupo, cómo no se puede hacer entonces….

Dr. Czermak: Siempre hallé esta tentativa bienvenida y muy simpática, pero es un esfuerzo desesperado.

G. N.: Justamente, a mi me parece que, lo que usted decía, no se si entendí bien la cuestión de que se pasa inmediatamente a tratarles como un objeto, y es ahí donde mas bien empujamos a que haya pasajes al acto.

Dr. Czermark: Sería un gran progreso que se trate a la gente como son, quiero decir como objetos; ojalá que cuando uno está sobre un diván fuera tratado como objeto por su analista. Si usted trata al melancólico, no como objeto sino como sujeto dividido lo mata. Ojalá la gente fuera tratada como los objetos que son, pero eso es un gran paso de la vida, reconocerse como un objeto, pero es algo que no queremos concebirlo.

G. N.: Como un objeto que se lo puede llenar de cualquier cantidad de medicación, que se le hace cualquier tipo de tratamiento, incluso llevándole hasta límites de la muerte, causando eso no se si…

Dr. Czermak: Tenemos suficiente reflexión. Pienso que mis colegas psiquiatras estarán de acuerdo con el hecho de que todos esos medicamentos no son, no tienen ninguna especificidad, pues son amortiguadores de la transferencia. Desde mi punto de vista es la principal definición de los neurolépticos: amortiguadores de la transferencia. Cuanto más la gente cree que hace grupos de psicóticos, resulta lo contrario en la medida en que sabemos cuántos temas engañosos se hacen de esos asuntos, como el de que no hay transferencia en el psicótico. Es al revés: no hay gente tan sensible a la transferencia como los psicóticos y los paranoicos especialmente. Son gente que desgraciadamente no resiste a la transferencia, pero como no queremos saber lo que es la transferencia del psicótico, entonces por un lado queremos que hagan grupo, que sean buenos ciudadanos, y por otro lado contamos con los medicamentos para tratar ¿qué? No sabemos lo que tratamos, pero esto también es otro registro de estas cosas.

G. N.: Es lo que decía ayer, cada vez tenemos más registros, más papeles en donde cada vez somos menos responsables de que lo hacemos, estamos sometidos al registro, entonces evacuamos también de esa manera…

Dr. Czermak: Si, hay una exigencia de la irresponsabilidad tranquila, porque se está « conforme a », esto es un registro también de la paranoia; es esta la razón por la que los auténticos paranoicos están tan bien en estas organizaciones. No sé si usted ha leído muchos textos administrativos, conozco algunos que están escritos por gente que no son psicóticos, sin ninguna metáfora. Basta reunir diez buenos administrativos diciéndoles el manejo administrativo que tienen que hacer sin ambigüedad. Obedecemos a eso.

Ocurre felizmente que quedamos nosotros y que el efecto sobre nosotros sea de vez en cuando efecto de malestar, una forma moderna de malestar en la civilización: « tengo que obedecer, no puedo, no puedo… no se cómo hablar sin utilizar una metáfora. Entonces, todo lo que voy a decir será ambiguo, y por ende mal entendido; entonces no podré cumplir lo que me piden; voy a exigir a todos los que estén alrededor mío que hablen una lengua pura, que se haya eliminado este objeto infectado como el objeto a que es el virus de la lengua, y entonces nos vamos a dedicar a la lengua unívoca, que no permita ningún engaño y alrededor de la cual estaremos todos tranquilos ».

Esto es un registro de paranoia generalizada que convive con gente que estructuralmente no son paranoicos, pero que todos tienen un ego paranoico, y si usted no está de acuerdo, si manifiesta su desacuerdo, será echado fuera.

Iván Sandoval: Eso que usted dice de la lengua pura, eso de la lengua pura, me da una idea de 1984 la obra de [inaudible] el gran germánico, yo quería preguntar algo en relación con los intelectuales. Yo tengo la impresión de que muchos intelectuales que hay en este tiempo hacen una especie de salvación o apología en la filosofía del discurso de la postmodernidad…

Dr. Czermak: Sí, hasta ahora no entendí lo que es la « postmodernidad ». En Francia también la semana pasada tuvimos un congreso sobre el narcisismo y se hablaba mucho de la postmodernidad.

I.Sandoval.: Bueno, yo le iba a preguntar si en nombre de esta reivindicación de las pequeñas diferencias, de las singularidades, de las minorías…

Dr. Czermak: Efectivamente hay un giro. En la actividad que yo debo dirigir, desgraciadamente, por motivos profesionales tengo que ver mucha literatura administrativa. Al principio no me gustaba pero, poco a poco, me empecé a interesar en este tipo de escritura que resulta ser un tipo de escritura muy interesante, muy específica. Tiene la intención -que nació de la ciencia- de que la gente pueda encargarse de que el otro le sea transparente, que se pueda anticipar a los hechos, etc., etc. Es una escritura de una tecnicidad fantástica. Ocurre que la gente lee estos documentos y los que lo dirigieron cometen un error: ¡introducen una metáfora! Voy a indicarles una maravillosa, maravillosa metáfora ligada directamente a nuestro asunto. Hace dos años el gobierno francés escogió dos colegas psiq