La idea general de mi exposición es mostrar como el objeto de la interpretación se desplazó con la invención por Lacan del objeto a, y sus consecuencias.
Al comienzo, la interpretación en Freud es Deutung. Traumdeutung : la interpretación de los sueños. Deuten es poner en claro, indicar el sentido escondido detrás del sentido aparente, sentido escondido que es aquel de un querer, de un deseo. Señalemos este primer momento en Freud. No se trata de encontrar esencialmente la huella de un trauma reprimido pero si, de encontrar la expresión de un deseo reprimido.
Cuando el organizador de este deseo, el falo, ha sido puesto en evidencia con el complejo de castración, hemos constatado algo extraño: una interpretación aparentemente justa, designando el objeto en cuestión, el penis, solo tendría como resultado la exacerbación de la transferencia, en tanto que, proferirse en forma de sentencia metafórica, ella podría encontrar su eficacia dando el acceso a un material reprimido.
Segundo paso entonces: no encontrar el sentido escondido pero si hacer surgir un nuevo sentido. Ahora, si de lo que se trata es de hacer surgir un sentido nuevo el asunto es saber en que medida, ese sentido nuevo, es mejor que el primero. Es sin duda porque evoca mejor al objeto del deseo, al objeto que da un sentido –en sentido de dirección- y un lastre, aceptemos esta metáfora, para la cadena significante, para la palabra del sujeto.
Queda este problema: ¿Por qué la evocación metafórica del objeto es más eficaz que la designación pura y simple de este objeto?
La es en tanto que este objeto, no del deseo pero como causa del deseo, como Lacan lo demostró, en verdad está ligado a la palabra pero a título del objeto perdido como efecto de la palabra, verdadero hueco vacío dentro de la lengua. Es por esto, que, este objeto-hueco vendrá como causa de la enunciación de la palabra y no dentro del texto de su enunciado. No puede ser nombrado como tal. No se trata solamente en la interpretación de encontrar un sentido nuevo sino además de remontar hacia el no-sentido de los significantes primordiales que han provocado la aparición del sujeto, i.e. su asubjetivación al significante y a su aphanisis. Porque es así como la interpretación puede darle acceso al objeto que ha venido a responder por el sujeto, en el momento en que él ha aceptado separarse, ceder sobre una parte de su goce (parte precisamente comprometida en el fantasma). Es decir, que la interpretación hace entrever al sujeto el precio a pagar por su deseo.
Intentaré en fin de demostrar que la topología propia del significante coarta la interpretación mucho más en su forma y en su letra, que en su sentido.
La invención de a resulta de la hipótesis: el inconsciente de Freud, está estructurado como un lenguaje
El estatuto del sujeto del inconsciente, que solo aparece con los tropiezos del curso normal de la vida es particularmente evanescente: más que un ser, es el sujeto de un deseo ignorado, en sufrimiento, una falta a ser, dice Lacan. No es un sujeto que sabe que es aquello que quiere y que desea, sino que es aquello que no quiere. Freud no se hizo la pregunta sobre la existencia misma del sujeto pero si aquella sobre las tribulaciones del yo. Esta pregunta sobre la existencia del sujeto, es Lacan quién se la hace a partir de los filósofos y en especial de Descartes. Ella está ligada a la estructura del significante.
El lugar de los significantes, el gran Otro, está marcado como todo sistema formal de una incompletes. El teorema de Gödel, que concierne especialmente a la aritmética, pero que sus consecuencias desbordan ampliamente este campo, podría ser dicho de esta manera: la verdad solo tiene sentido en este sistema si preserva el puesto del no-sentido. En el inconsciente, el puesto del no-sentido es generalmente aquella del sexo, que, lo sabemos, tiene parte ligada con la muerte. Todo sentido puede ser llevado a un sentido sexual, el cual solo reenvía a él mismo y en definitiva al no-sentido ¿Existen sistemas simbólicos organizados sobre otros no-sentido?
Sea como sea, en ese lugar de no-sentido, aquel del reencuentro traumático, no metaforizado con el real sexual, en donde el sujeto está privado del juego de una posible sustitución significante, de una metáfora, que lo sostendrá, y se revela de esta manera en falta a él-mismo, es el objeto de la pulsión que viene a responder en su lugar, que da la forma de esta falta.
Este objeto deviene el objeto a del fantasma que se sustituye (no se trata más aquí de una metáfora), no al sujeto pero si por el sujeto, al significante que falta en el Otro para garantizar su verdad, verdad que concierne mas precisamente el deseo de este Otro. Por lo tanto habrá una verdad oral, anal, etc…
De este hecho, si el psicoanálisis no esperó a Lacan para ubicar la función de ciertos objetos aparentemente adheridos a las funciones biológicas como el seno y los excrementos, es Lacan quien va a mostrar que la necesidad de estos objetos para el sujeto no es inherente a una necesidad vital del cuerpo. Todo lo contrario, es en tanto que ellos no sirven para nada que ellos pueden jugar el rol de soporte localizado del sujeto, y devenir objetos propiamente dichos. El precio para el sujeto siendo que ellos están separados, excluidos de la imagen de su cuerpo. Esta exclusión no es adquirida para siempre: ellos amenazan de retornar ya sea sobre la escena del mundo: angustia, acting out, ya sea en la cadena significante: lapsus en donde es la letra la que le sirve de vector como lo muestra el placer y el malestar provocado.
Veamos ahora las consecuencias que esto tiene sobre la interpretación a partir de una cita del seminario XI
“La interpretación no está abierta a todos los sentidos […]. Es una interpretación significativa y a la que no se debe faltar. Esto no impide que no sea esta la significación que es, para el advenimiento del sujeto, esencial. Eso que es esencial, eso que él ve, mas allá de esta significación, a cual significante – no-sentido, irreductible, traumático- está, como sujeto, sometido”.
Lacan evoca luego el sueño del Hombre de los lobos, sueño que entre otras provee la figura que se sustituye a su patronímico para la posteridad. El punto importante es el siguiente: la brusca aparición de los lobos que lo miran es la de él mismo. Ellos, cinco o siete, cinco sobre el diseño que él hace y cinco es uno de los significantes irreductibles de la cura: cinco de la quinta hora, el V romano, la W suprimida de la Wespe Desanudando sus iniciales SP. La mirada fascinante de los lobos es el mismo sujeto allí donde en él desaparece su certeza de sujeto. En ese tiempo originario de la escena primitiva el sujeto solo se constituye a partir de la represión de este significante primero (Ur-verdrängung). En este tiempo primero, no hay significación posible culpa de un Otro significante por el cual el sujeto podría ser representado. Después, solamente, los otros significantes vendrán a representar al sujeto por otro significante.
Eso que se sustituye a la significación imposible es la mirada que se desprende del cuerpo del sujeto para venir a soportar al sujeto desaparecido. En tanto que ese significante primordial, el V, es puro no-sentido, se puede pensar que el inconsciente está abierto a todos los sentidos. Pero esto solo sucede en el primer tiempo, lógico. Esta libertad original del sujeto con relación a todos los sentidos no impide que sea determinado en su deseo por su relación al deseo del Otro ( luego recibe sus propios significantes) y todas las significaciones que van a venir al lugar de este no-sentido primero.
La mirada es uno de los modos bajo el cual se presenta la función del objeto llamado por Lacan a. El objeto a por su separación (es el lobo que mira) viene a llenar la cadena significante. Con él, el sujeto cesa de ser dejado sin recursos al efecto alienante del significante, ya sea a la vacilación sin salida entre un ser en donde el sentido se disfraza y un sentido que lo mata.
Incidentalmente el Hombre de los lobos, se caga. El objeto a, en esta función, se presenta siempre en dos fases. No se presenta de la misma forma en el fenómeno psicótico de la voz. Así, el objeto a deviene causa del sujeto. Viene a interpretar el deseo del Otro más allá de todas las significaciones que se le aparecen. Notemos que es en tanto que se hace a que el sujeto arrincona su deseo al deseo supuesto en el Otro y haciéndose le da su consistencia.
Un analista me reporta en control el caso de un hombre maduro que sufre de una angustia paralizante delante de sus superiores. El analista insiste justamente sobre la importancia del complejo de Edipo en ese paciente muy ligado a su madre y que piensa haber sido traumatizado en su infancia por haber sorprendido a sus padres haciendo el amor y haberse hecho “arrojar” por su padre en esta ocasión. Su madre decía de él: “ !de los zapatos de su padre prefiere ver los talones (l´étalon) que las puntas!” Yo digo: “¿los talones?”
Esta interpretación tiene la sola finalidad de hacer escuchar al analista que su paciente no era solamente víctima de la escena traumática; era un curiosito empujado por la pulsión escópica: ver el talón (l´étalon) en acto. Más exactamente delante la apertura posible de todos los sentidos edípicos u otros allí donde el saber inconsciente hace falta (el inconsciente no sabe nada del sexo), delante del no-sentido del sexo, el sujeto habrá sido la mirada, habrá sido en futuro anterior. La interpretación sugerida tiene en cuenta que la mirada no toma función del objeto a, de causa del sujeto, y que se desprende del enunciado por el hecho de hacer jugar la distancia entre los dos significantes, es decir, entre un significante y él-mismo.
En su seminario De un Otro al otro Lacan, recuerda que la “interpretación no es un juego de palabras cualquiera, es la lectura de una apariencia que se rompe”, entendamos: tal que ella quiebra el efecto de un significante particular.
En el ejemplo propuesto, el equívoco no es gratuito porque la hipótesis que ella (la interpretación) hace del objeto se apoya sobre la misma fórmula reportada por el sujeto. Sin embargo, en la situación, está destinada al analista en control y no será retomada tal cual. En efecto, para que un decir del analizante se señale, ofreciéndose a una interpretación, es necesario que la cura haya creado una tensión de transferencia en donde el analista ocupe entre el ideal y el objeto, un lugar bastante ambiguo[1]. Es solamente en este lugar que el analista puede juzgar de la oportunidad de su acto interpretativo.
¿Qué acto? El acto de pagar un precio que es aquel de la idealización de su persona. Intérprete viene del latín interpres. En interpres está pres que los etimólogos (Ernout y Meillet) aproximan a pretium: precio. El intérprete debe saberlo.
Para que la interpretación recorte, separe en el analista el objeto a del trazo idealizante, es necesario desde luego, una lectura de la apariencia que hace el corte. Ahora bien esta apariencia, como significante, está sometida a una necesidad topológica precisa. En tanto que significante, según F. De Saussure, es diferente de si-mismo. Esto quiere decir, que él es a la vez uno y doble. Lacan propone como escritura de esta escritura de estructura un doble bucle: un trazo que hace doble vuelta antes de cerrarse.
Un plano no puede inscribir este doble bucle (sin que se recorte) . Allí se hace necesaria otra superficie, una banda de Möebius por ejemplo. Esta banda solo tiene una cara y un borde. Localmente hay un recto y dorso y por lo tanto un derecho y un anverso están en continuidad. Se pasa del uno al otro sin franquear ningún borde, eso que se puede producir con el lapsus en donde lo anverso, lo reprimido, viene a hacer irrupción sin alarmar.
Una interpretación, para ser eficaz debe pues realizar esta hazaña de producir con un solo gesto dos ingeniosidades a partir de un mismo término, dos significados diferentes a los cuales les serán así otorgados la estructura del significante. Este significante nuevo opera dentro de esta superficie unilateral un corte que, súbitamente, hace aparecer la existencia de otra cara.
La banda de Möebius que para Lacan constituye la forma topológica del sujeto del inconsciente presenta un borde por el cual puede pegarse a otras superficies y así cerrarse. Si esta otra superficie es este objeto a dos caras que Lacan propone como estructura del objeto a, entonces, podemos decir que la interpretación tendrá lugar.
La letra teniendo como lo hemos dicho con el objeto a una relación muy estrecha, la interpretación servirá espontáneamente de la intromisión o de la sustracción de una letra para romper la apariencia. Así Lacan, traducía das Unbewusst, el inconsciente, por una metida de pata (Une-bévue) y Melman propone mas maliciosamente Unbewurst[2] .
Podemos imaginar otros destinos posibles de esta hazaña:
– El doble bucle puede engendrar un toro[3]. Circular en redondo en la cura no será una amenaza.
– La banda de Möebius puede completarse por otra simétrica y constituir de esta manera un modelo de relación paranoica con el Otro.
Pero la hazaña puede también fracasar. La interpretación no tiene efecto o también vira a la explicación.
¿Toda explicación está por lo tanto proscrita?
Pienso que no. Es necesario de entrada mostrarle al sujeto la parte que él a tomado y que toma aún en la fabricación del malestar del cual es se queja. Sin duda podemos sacar partido de la etimología de la palabra ex – plicación viendo allí el trabajo de preparación del tejido para que se ofrezca al corte. Podrán objetarme el carácter aparentemente explicativo de las interpretaciones de Freud. Tomemos por ejemplo la explicación que da sobre Juanito (Hans):
“ Mucho antes que él llegue al mundo, sabía de antemano que nacería un día un Juanito que amaría tanto a su madre que estaría, por tanto, forzado a temerle a su padre… etc.,”
Esta fórmula no es de ninguna manera plana. Pose esta estructura de doble bucle con su efecto de futuro anterior: mucho antes de que él llegara al mundo el sujeto estaba allí deseante en el deseo del Otro. Este mucho antes… va a infiltrar desde entonces todo el discurso de Juanito como se pudo mostrar antes. En lo que concierne la identificación edípica podemos dudar de su efecto: “¡Porque dices que amo a Mamá, si eres tú a quien amo!”. Es decir, que la referencia al temor al padre, ¿está sin efecto? Juan responde a su padre que se defiende delante de Freud de jamás haber golpeado a su hijo: “Si, tu me has golpeado, ¡eso debe ser verdad!”
Vemos que Juan se sitúa de entrada en lo simbólico. De esta manera responderá aún a su padre quien le afirma que son las mueres las que tiene hijos: “Por lo tanto, !te pertenezco!”
Por muy simpática que sea la conducción de la cura del hijo por el padre y que queramos esta observación muy rica, podemos pensar que ella no habrá podido alimentar el síntoma de sentido y de retardar la conclusión de la cura. En cuanto al objeto a que se desprende después de la interpretación de Freud, él toma evidentemente el aspecto de Lumpf.
Si el sentido alimenta el síntoma como lo ha podido decir Lacan, y si la interpretación puede tener un efecto sobre la estructura, debe producirse un no-sentido, ¿no será mejor renunciar a toda interpretación sensata?
En la lección del 11-02-1975 del seminario RSI, Lacan dice esto:
“La interpretación debe producir un efecto de sentido real. ¿Qué puede ser el real de un efecto de sentido? ¿Es que este afecta el empleo de las palabras o solamente a su jaculatorio? Antes no hacíamos la distinción… Creíamos que eran las palabras que lo portaban, y si consideramos la categoría del significante el jaculatorio guarda un sentido aislable. El decir que hace nudo. Detrás del bla-bla-bla está el inconsciente. En lo que el sujeto dice existen cosas que hacen nudo. Allí hay lo dicho. Cuando uno a trenzado el nudo de lo imaginario existe…”
¿Se trata aquí de una rehabilitación del sentido? Preferiblemente de un nuevo tipo de sentido, el sentido que acompaña toda enunciación. Con ese sentido aportado por la enunciación aparece claramente que la interpretación es un decir. Es por eso que no puede ser sugerida a otro analista porque no sería asumida así. En Freud las interpretaciones, fueron explicativas, siendo los decires: fue él quién inventó el psicoanálisis. Solo nos queda por decir que es necesario distinguir la función estructurante de este dicho, que debemos mantener, de la significación que hace surgir que vale sobre todo para levantar el peso de una identificación idealizante.
Al término de este recorrido aparece una ambigüedad: ¿la interpretación anuda o desanuda? Sin duda no es un azar que la idea de hacer nudo con el imaginario aparece al final de la enseñanza de Lacan. La trenza es suficiente con tres términos. El sujeto no debería tener en cuenta la cuarta rama que Lacan identifica en esa ocasión al síntoma ligado al nombre del padre. Entonces, podemos concebir que el trabajo de la cura con los neuróticos llevará a reducir la proliferación del sentido edípico que invade e inhibe la vida del sujeto, por lo tanto, el precio de aceptar la pérdida de garantía que le confería sus ideales el sujeto puede sostenerse ante el efecto de sentido real de su propio decir. Pero hoy en día estamos cada vez mas confrontados a sujetos en los cuales el Edipo no tiene peso. Desde entonces, estamos por lo tanto, menos seguros de nuestras intervenciones porque el sentido sexual no parece metaforizar mas el funcionamiento de la pulsión, que no aparece como el “talón” (étalon) de los goces. Correlativamente estos sujetos parecen cada vez menos sostenerse en su propia palabra. ¿Qué deviene entonces la interpretación? Es aquí en donde las últimas consideraciones de Lacan sobre el decir que hace nudo puede abrirnos algunas vías. Para que un efecto de lo real exista, es necesario que lo real, lo imposible sea nombrado, ubicado como tal. El Edipo no es más la fórmula pero R, S e I son los verdaderos nombres del padre.
[1] Ese momento es frecuentemente marcado por un silencio, momento en que la palabra equivale al objeto a, según la expresión de Lacan que cita entre otras un artículo de Robert Fliess, en el cual este analista distingue toda una variedad de silencios dentro de la cura según el objeto en causa.
[2] Unbe, prefijo alemán que en español deriva del latín in, con un valor negativo o privativo. Por ejemplo: conciente e inconsciente. Wurst, que traduce salchichón , morcilla, chorizo, longaniza. Entonces, Melman construye un ingenioso neologismo con las palabras alemanas Unbewurst, para nombrar el inconsciente (Unbewusst), que se traduciría como: sin chorizo, es decir; castrado. (Nota del traductor).
[3] Figura topológica. Superficie de revolución engendrada por una circunferencia que gira alrededor de una recta fija de su plano, que no la corta. (Nota del traductor).